Una propuesta inesperada.

La noche anterior

P.o.v. Phill.

La verdad que esta nueva reunión con mi padre y mi hermano me preocupa un poco. Creo que tiene que ver con la empresa. Algo se trae pues ha estado muy extraño últimamente. Sé que quiere ceder la presidencia y siempre estipuló que yo estaba más capacitado que Daniels para eso. Pero últimamente pareciera estar distante de mi. Cómo si me reprochara algo. Miro mi reloj. Susana la esposa de papá baja las escaleras. Se abrocha un pendiente y al verme sonríe.

—Phill. Ya tú padre baja. ¿Llegó Daniels?

—No. Lo llamaré—digo. Pero no hace falta. Daniels viene entrando justo ahora. Papá baja por fin y la señora Adeline nuestra cocinera nos avisa que la cena está servida. Vamos al comedor.

—Bien padre, no tengo tanto tiempo, debo hacer algo importante , así que dinos ¿Qué te traes?—Pregunta Daniels.

—Comamos primero, la comida es sagrada, después tendremos chance de discutir—lo miro confuso.

Terminamos de comer y entonces papá me pregunta si he pensado lo de casarme y que siga el ejemplo de Daniels quien ya sentó cabeza. Respiro hondo.

—Se casó sí. Pero no sentó cabeza padre—digo con sinceridad.

Si algo caracteriza a mi familia es que somos francos. Al menos entre nosotros. No sé si podría asegurar realmente que lo somos. Pues Daniels , el respetable Daniels no lleva una vida muy ejemplar que se diga.

—No hablamos de mí Phill, mi vida privada es mi vida privada—protesta Daniels.

—¿Para que quieres que me case? ¿ Para estar como Daniels? Está casado si, pero ¿Con cuántas mujeres le ha sido infiel a mi cuñada?_digo.

Daniels me mira amenazante. Decir esas cosas delante de papá no es buena idea. Papá lo mira con reproche.

—Y, es por eso que no le cedo el control total de la empresa, es por eso que tengo más confianza en tí, si te casas como Dios manda habrás sentado cabeza y sé que mi patrimonio estará a salvó contigo—dice.

—Padre que yo tenga amigas no quiere decir que no sea capaz de llevar nuestra empresa y...—se excusa Daniels.

—Despilfarrarías lo que con tanto esfuerzo logré. ¿Me crees tan estúpido como para darte poder cuando sales con casquivanas?—se altera pero parece querer controlarse —Pero si tú hermano no se casa en un mes o por lo menos no me trae una novia a casa me veré en la penosa obligación de cederle la presidencia a Gertrudis _—dice.

Daniels y yo nos miramos sorprendidos.

—¿La tía Gertrudis? ¿Qué sabe ella de negocios papá?—pregunto.

—Ella no; pero, Lorenzo sí. Él de seguro se encargará de que la empresa se mantenga. Me quiero retirar pero no les dejaré mi empresa a un par de inmaduros mujeriegos. O me demuestran que tienen cabeza para pensar y no para ir tras las primeras faldas que vean pasar o tendrán que conformarse con un cheque mensual a criterio de Lorenzo—finaliza papá.

Entonces se levanta y besa la mejilla de su esposa. Nos hace un gesto despidiéndose y se va. Miro a Susana y ella sonríe fingido.

—¿Papá habla en serio?—pregunta Daniels.

—Habla en serio. Traté de hacerlo entrar en razón pero...—comenta Susana.

Agarro aire.

—Papá no puede hacernos esto. Hemos trabajado duro junto a él, no puede obligarme a casarme. ¿Acaso cree que soy un niño?— pregunto molesto.

—Puede y lo hará. Hoy vendrá la tía Gertrudis y él le informará sus planes. Por favor Phill si tanto amas la empresa deja atrás tu orgullo y haz lo que te pide tu padre—me dice Susana. La miro con reproche. Entonces me voy. Al salir y casi a punto de subir a mi auto Daniels me detiene.

—Phil, Phil, escúchame, debes hacer lo que papá te pide—me cruzo de brazos.

—Me casaré sí, algún día. Pero no porque papá diga—digo en tono áspero.

—¿Por qué te molesta tanto la idea del matrimonio? Mírame a mí. Soy feliz con Danna.

—Sabes que tengo mi vida, salgo con quién quiero , hago lo que quiero. No quiero estar como tú, tienes tu esposa, pero sigues saliendo con otras. No quiero hacerle eso a ninguna mujer. Además no estoy enamorado aún. Tiene que haber otra solución.

—Sí. Cásate y luego te divorcias cuando tengas la presidencia.

_¿Así de fácil? ¿No?—le pregunto sorprendido por la facilidad con que dice cada estupidez.

Respiro hondo. Subo a mi auto y me voy.

Al llegar a casa mas tarde, la tía Gertrudis estaba encerrada en el despacho con papá.

—Tu padre te espera en el despacho—me dice Susana.

Respiro hondo y camino con rapidez. No me gusta nada que la tía esté aquí. Creo que mi padre va en serio. Y así fué. Papá firmó un documento frente a la tía que dice que si yo no me caso antes de un mes la tía y su hijo tomarán posesión de la empresa . La sangre me hierve. Soy un alma libre. ¿Dónde conseguiré una esposa que esté dispuesta a soportar mi estilo de vida y que esté dispuesta a asumir nuestro matrimonio solo como un contrato que se pueda disolver en un plazo de tiempo?

Esa noche fui al bar, bebí hasta ahogarme en el alcohol. Cosa que no suelo hacer. Estaba frustrado, Black & White es mía tanto como de Daniels y papá. La fundaron mamá y papá y cuando mamá murió yo con solo veintidós trabajé arduo junto con papá para que la empresa no se viniera abajo. Papá no podía dársela a otro solo por un maldito capricho. Daniels tuvo que venir por mí. Entonces me dijo algo que me hizo decidirme. Debía conseguir a alguien que no quisiera mi fortuna, alguien que necesitara mucho un trabajo y estuviera dispuesta a casarse, solo a firmar un acuerdo. Ella no tendría derechos sobre mi persona. Yo seguiría en mi vida, nos divorciamos más tarde, yo quedaría como presidente de la empresa y ella también saldría ganando. Así que al día siguiente cuando esa chica salió de mi oficina con justa indignación creí que ella pudiera ser la indicada. No me enamoraría de ella y ella parecía tener mucha necesidad de un empleo. Así que corrí a buscarla y hacerle una propuesta que creía aceptaría de inmediato.

P.o.v. Lily.

Llego a primer piso casi sin aliento. Entonces mi sorpresa es que afuera del edificio. Sentado en la jardinera y de brazos cruzados está el tal Phill. Lo ignoro y continúo como si no estuviera allí. Él se levanta y me sigue. Se pone delante de mí. Su perfume es embriagante. De verdad es un hombre muy atractivo.

—Tomé el ascensor. Debió hacerlo también señorita, son muchas escaleras y usted está toda sudada—dice.

Lo ignoro y sigo caminando.

—No tan rápido. Tengo un trabajo para usted— me dice.

Me detengo confundida. Lo miro con reproche.

—Se burla de mí ¿Verdad?—pregunto.

Él sonríe con picardía.

—No. Claro que no. Y por favor disculpe a mi hermano. Es muy inmaduro.

—Me di cuenta de eso. Es un idiota—me mira con gesto divertido.

—No tengo tiempo y supongo que usted tampoco—digo.

Al ver un taxi venir corro sacando la mano para detenerlo. Él baja mi mano y hace señas al taxista para que continúe. Lo miro con reproche.

—Pero ¿Qué le pasa?—pregunto.

Estoy a punto de una crisis existencial. Me siento preocupada, humillada y este hombre cree que tengo ánimos de jugar a sus estupideces.

—Venite mil dólares de adelanto—dice.

Mis ojos se abren como platos. Entonces río con ironía.

—¿Se burla usted de mí verdad? ¿Por qué le daría veinte mil a una desconocida si me acaba de negar el puesto?

—Acompáñeme y le explicaré todo—dice.

Señala un auto. Trago grueso.

—No iría con usted a ningún lado. No lo conozco y no le creo. Hágame el favor, déjeme en paz—digo.

Camino lo más rápido que puedo. Pero él me sigue y toma mi brazo.

—Bien. No me acompañe en mi auto. Mire, allá hay un café, la invito a un expreso y le explico lo de mi propuesta—dice. Empiezo a creer que en verdad me dará un puesto. Pero ¿Veinte mil? Respiro hondo.

—Solo cinco minutos, debo ir a una entrevista— miento.

Él asiente y cruzo la calle con él a mi lado. Lo miro de reojo. La verdad es muy guapo. Dejo de mirarlo pues me empiezo a poner nerviosa. Miro las mujeres tan hermosas que pasan a nuestro lado. Sonrío con ironía. No voltearía a mirarme un hombre como él ni aunque quisiera.

Llegamos al café y una chica nos muestra una mesa. Caminamos hasta ella y nos sentamos. Entonces la chica nos trae café. Ella se comporta coqueta con él y miro como con descaro saca un botón de su escote. Pero él me mira fijamente ignorándola. Ella parece molestarse y se va con gesto incómodo, pero él no saca sus ojos de mí. Me hace sentir incomoda. Mis mejillas arden lo que me dice que ya estoy roja como tomate. Tal vez no se me note por la cantidad de rubor que me puso Kara. No fué tan malo después de todo. Suspiro.

—¿Me piensa decir qué quiere ? ¿Cuál es el trabajo que me ofrece?— pregunto.

Él agarra aire.

—¿Necesita mucho un empleo verdad?— pregunta.

—Sí. Eso es obvio.

—¿Qué estaría dispuesta a hacer por obtener uno donde cobrará mucho dinero?—pregunta.

Yo muerdo mi labio. Realmente necesito mucho dinero. El tratamiento de mamá es costoso. Sus exámenes, sus consultas. Además la renta de la casa pronto vencerá. Él me mira ansioso. Entonces frunzo el entrecejo.

—Créame. No venderé drogas. Tampoco me voy a prostituir—digo.

De pronto él suelta una carcajada. Lo miro de ceño fruncido.

—Tranquila no se trata de eso. Es algo más fácil. Créeme—dice.

—Entonces hable señor. Ya debo irme— le digo ansiosa.

—Necesito que se case conmigo— me suelta.

Me puse tan nerviosa y me sorprendió tanto lo que acaba de decir que derramé el café en mi vestido. Él toma una servilleta con prontitud y trata de limpiarme.

—No me toque—me aparto—.Usted está loco. Se está burlando de mí. Debí suponerlo. Me considera fea y anticuada y le pareció divertido hacerme una broma ¿Verdad? ¿Dónde está la cámara?

—No hay cámaras. Le hablo en serio.

Miro a todas partes a ver si alguien está grabando y todos parecen estar en lo suyo.

—¿Por qué me pediría matrimonio? Habiendo tantas mujeres hermosas a su alrededor. No tiene sentido. Le pido no se burle de mi—digo. Él suspira.

—No me burlo de usted. Si me deja puedo explicarle mejor—dice y hago silencio.

—Debo casarme antes de un mes o papá le dará la presidencia a una tía que nos odia . No me casaré con ninguna de las super modelos que conozco. Solo querrán adueñarse de mí y de mi dinero. Ninguna aceptará una boda por contrato. Con clausulas incluida.

—¿Cláusulas? ¿ Cuáles cláusulas?—pregunto tratando de asimilar lo que dice.

—Estaremos casados por la ley, pero dentro de nuestra casa solo seremos cómo compañeros de vivienda. Usted no reclamará si llego tarde o si sabe que salgo con alguna chica. No tendrá ningún derecho de reclamarme nada, pero delante de todos, sobre todo de mi padre será una esposa abnegada y aparentaremos amarnos con locura. Será fácil..

—¿Fácil? No creo poder hacerlo.

—Usted es muy inteligente. Podrá. Veinte mil cuando firme el contrato. Piénselo. Será el fin de sus problemas económicos—dice. Suspiro y pienso en todo lo que me dice. Entonces le clavo la mirada.

—¿Que hay de...?

—¿De?

—De ... De ... Usted sabe, dormir juntos y...— titubeo.

Y, seguramente ahora sí se notó el rubor natural de mis mejillas. Él ríe con picardía.

—Solo ocurrirá si usted quiere.

Abro mi boca y trago grueso. Sacudo mi cabeza intentando ignorar esa sensación extraña que sentí recorrerme.

—Usted está loco—digo y me levanto.

—Oiga. Necesito una respuesta.

—Es algo que debo pensar.

—¿Hasta cuándo?— lo pienso un instante.

—Mañana.

—Bien. Esta es mi tarjeta. Llámeme y le diré dónde vernos—dice.

Tomo su tarjeta y casi salgo corriendo de allí. Ni adiós le dije. Aún creo que solo me quedé dormida en el taxi y estoy soñando. De cuando acá un hombre como ese le pide matrimonio a una persona como yo.

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