Capítulo 46.
Capítulo 46.
Me voy directa hasta la ducha, me cambio y llamo a María. Mientras espero a que llegue, reviso que el bolso del bebé esté lleno: pañales, ropita, mantita, documentación falsa por si necesito protegernos...
El tiempo pasa y María se retrasa. Sin poder evitarlo, cae la noche y escucho un trueno que anuncia tormenta. Me asomo por la ventana y veo relámpagos a lo lejos.
Respiro para calmar el dolor creciente en la espalda, pero un pinchazo más fuerte me hace doblarme. Y entonces, escucho la puerta abrirse.
—¡María! —grito desde el pasillo.
Ella aparece corriendo y palidece de inmediato.
—Siento el retraso, de verdad, Gabi. El tráfico era horrible y, por mi culpa, casi nace el niño aquí —me susurra, agarrando la maleta que teníamos preparada desde hace semanas—. Tranquila, Gabi… vámonos ya, no me perdonaría nunca que mi ahijado naciera aquí o en el coche.
Bajamos las escaleras todo lo rápido que puedo; las contracciones cada vez son más fuertes y me hacen parar cada vez