Capítulo 40.
Capítulo 40.
Estoy harta de Jorge y sus repentinos cambios de humor, igual proclama su amor por mí a los cuatro vientos —bueno, tampoco tanto, pero yo me entiendo— que de repente está de mal humor y me echa en cara lo de la herencia.
Hoy es un día más en mi infierno particular, estoy cansada de estar constantemente vigilada. A veces, cuando voy al baño, miro por todos lados no sea que también haya instalado cámaras ahí. Ya de él me puedo esperar cualquier cosa.
Y la gota que ha colmado el vaso de mi paciencia ha sido lo de esta mañana. Hoy era el día libre de María, y nada más llegar la han cacheado y le han quitado el teléfono móvil. También ha intentado que firmara un contrato de confidencialidad, cosa a la que se ha negado y que dudaba en contarme, pero al final lo ha hecho. Hace apenas diez minutos que se ha marchado y no puedo aguantarme más, necesito ponerle los puntos sobre las íes a Jorge y lo tengo que hacer ¡ya!
Me dirijo hasta su despacho, abro la puerta de golpe y