—Eres una aguafiestas, como quería mi jacuzzi ahora mismo — comentó divertido.
— ¿Y te puedo acompañar?
— No — exclamó horrorizado.
— ¿Por qué no? ¿Tienes miedo de que me caiga y no pueda levantarme? — preguntó abriendo los ojos y mirándolo de reojo.
—No dije eso y tampoco hice eso — comentó Olivia poniendo los ojos en blanco y dándose la vuelta. Ambos estaban espalda con espalda.
—Tu trasero es muy esponjoso — comentó de pronto Leonardo y Olivia no pudo evitar reírse.
—Eres un tonto.
—Lo soy, y te ves muy bien. Siempre te vistes bonita — comentó, dejando a Olivia confundida, y él se quedó dormido en ese instante.
Olivia no podía quitar las palabras de Leonardo de su cabeza. Daban vueltas y lo peor de todo era que lo tenía a su lado. Resignada, se levantó y decidió que lo mejor sería irse a una de esas habitaciones contiguas. La casa de Leonardo estaba llena de las mismas puntas. Fue abriendo una por una y se dio cuenta de que el olor a humedad era insoportable. Al parecer, no las man