Contrato con el viudo paralítico
Contrato con el viudo paralítico
Por: Gi Dominguez
Capítulo 1

Capítulo 1

Camila se rió torpemente mientras bebía una taza de té frente a su padre, quien la observaba con ceño fruncido y una ceja levantada. Su padre era encargado en la seguridad de la mansión.

—Ya verás cómo conquistaría a Lautaro —dijo Camila.

—¿Lautaro? —preguntó Lautaro burlonamente.

—Claro, estoy hablando de Lautaro —dijo Camila y continuó bebiendo de su taza de té.

—Hija, Lautaro lo único que quiere es a esa mujer —puntualizó el padre.

—Ya veré cómo la saco de su corazón. Es mi principal objetivo —afirmó Camila.

—Camila, él llora cada noche por ella. Se encierra en su habitación y no sale hasta el otro día, suplicando que ella vuelva. Él ama a esa mujer —agregó el padre.

—¿Y qué? Yo haré que lo olvide —comentó Camila con orgullo, poniéndose de pie.

—¿De verdad vas a hacer eso? —preguntó el padre.

—Sí, seré su mujer. Ya verás que seré la futura esposa del importante señor Lautaro —respondió Camila determinada.

Lautaro caminaba desganado atravesando la casa. Tenía que llegar a la empresa, pero apenas estaba en casa, excepto por las noches en las que se perdía recordando a su difunta esposa. Los días se volvieron interminables y él solo quería volver a aquel recuerdo, recordando su amor pasado. Llevó su portafolio y subió a un vehículo moderno con una sonrisa triste.

Mientras iba en el vehículo, estaba tan concentrado en una foto que tenía consigo, que no vio el camión que se le atravesaba. Chocó violentamente y el vehículo se deslizó hacia un costado, dando dos vueltas y derrapando.

—Han pasado tantos meses desde aquel accidente —comentó Melisa, mejor amiga de Briana.

—No sé cómo, pero él sigue llevándome a comer cada día y hablándome de su difunta esposa —respondió Briana.

—¿Y a ti te molesta eso? —preguntó curiosa Melisa.

—En lo absoluto, amiga mía —dijo Briana mientras terminaba de lavar unos platos que había utilizado Emma, la hija de Lautaro.

—Yo creo que a ti te afecta —murmuró Melisa.

—No me afecta —respondió Briana levantando una ceja, y su amiga se rió divertida.

—Eso es lo que tú querías creer, amiga mía —comentó Melisa, y Briana negó.

—No me afecta lo que hago o dejo de hacer —mintió descaradamente, y su amiga la miró con una ceja levantada.

—Solo espero que todo esto no te lastime más de lo que ya lo hace —dijo Melisa preocupada.

—De igual forma, lo espero —respondió Briana. Miró hacia la puerta de entrada con nerviosismo hasta que Lautaro ingresó en su silla de ruedas. Él la miró con desgano, odiando al mundo desde aquel accidente y aún más desde que su amada esposa ya no estaba con él.

—Hola Briana, ¿cómo estás? —preguntó Lautaro acercándose a ella.

—Estoy bien —respondió Briana con una sonrisa triste, y Melisa desapareció, ya que era la empleada doméstica.

—Hola hijita —comentó Lautaro mientras se acercaba, Emma con sus rizos rubios...

Diálogo:

—Hola papá —comentó Emma y salió a correr.

—¿Qué ocurre? —preguntó Brianna, sabiendo que el le hablaría de algo. "La extraño tanto, ella era una mujer tan perfecta", murmuró refiriéndose a Lucía, su difunta esposa.

—¿Ha pasado un año, señor? —preguntó Briana, sentándose en un taburete.

—Ha pasado un año y aún la echo de menos, no hay día en el que no piense en ella —comentó Lautaro con tristeza, mirando hacia el suelo.

—Usted tendría que preocuparse por usted, por mejorar y por intentar..—comenzó a decir Briana, pero Lautaro la interrumpió.

—¿Acaso me estás culpando de eso? —preguntó con desgano.

—No..—respondió Briana, pero fue interrumpida nuevamente.

—No puedo vivir sin ella…

—Usted tiene que olvidarse, seguir adelante. Eso es lo que Lucía hubiera querido —dijo Briana.

—No puedo olvidar a la única persona que me amó con todo su corazón. Ella era tan leal como era perfecta y preciosa. Me hacía feliz. Éramos un matrimonio tan consolidado, tan enamorados —mencionó Lautaro, y Briana puso los ojos en blanco disimuladamente.

—Claro, señor, lo entiendo —dijo Briana.

—¿Entiendes lo que yo siento? —preguntó Lautaro mientras se apartaba de su lado.

—Yo creo que usted debería seguir adelante, buscar una mujer nueva —comentó Briana.

—¿Estás proponiendo que yo busque a otra esposa? —murmuró Lautaro con desgano.

—Claro, creo que usted tiene que seguir adelante, y..—Briana no pudo terminar su frase, ya que Lautaro la interrumpió de nuevo.

—No puedo, Briana, no puedo..—dijo Lautaro no pudo continuar la frase., y Briana desapareció por el pasillo. Briana tenía que volver a la casa de su madre, ya que ella no vivía ahí. Solamente era la institutriz, o mejor dicho, la niñera de...

—Lautaro…

Briana salió por la puerta, sosteniendo con bastante ímpetu el trajecito de color marrón que siempre portaba. No tenía demasiado dinero, pero con lo poco que tenía, era feliz.

Salió por la puerta, reflexionando sobre las palabras de Eduardo y recordando que ella era la mejor amiga de Lucía. Lucía, con su poder y dinero, la había ayudado a conseguir ese trabajo y ahora llevaba muchos años junto a Emma, quien había nacido hace 5 años. Las conocía desde que eran niñas y, a pesar de la diferencia social, eran amigas. Al llegar a su mamá, ella la esperaba.

—Hola mamá —comentó acercándose a ella y dándole un abrazo.

—Mi pequeña niña, ¿cómo te fue? —preguntó curiosa, mientras batía algo.

—¿Qué estás preparando? —preguntó Briana.

—Voy a hacer pastel de papas con carne picada —respondió su madre.

—¡Qué rico! Me encanta —dijo Briana.

—¿Estás bien? Te siento un poco rara —comentó su madre.

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