— Ni una ni la otra. — Murmuró distraída mientras miraba su teléfono.
— No son novios. — Quise saber.
— Te dije ni una ni la otra. — Comentó.
— Bueno, ya entendí. — Puse los ojos en blanco.
— Mira, ahí está entrando. — Comentó mientras se escuchaba la puerta ser abierta con una llave.
— ¡Buenas! — Exclamó y su sonrisa se borró en cuanto me vio. — ¿Por qué está ella aquí? — Preguntó.
— Qué linda bienvenida que me das. — Comenté molesta, cruzando mis brazos.
— Yo mejor me voy. — Comentó Blanca.
— Gracias por todo. — Murmuré y ella asintió.
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