Sacaron a ambos hombres del baño, y el gerente le pidió a Mateo que se fuera. Echó a Samuel, tirándole el bolso con sus cosas a la calle.
—¡Y nunca regreses! —exclamó, furioso por el escándalo que se creó.
Victoria salió junto a ellos, no entendía qué había pasado, pero vio el golpe que Samuel tenía en la mejilla.
—¿Qué fue lo que hicieron?
Mateo tomó la mano de Victoria, quería marcharse junto a ella, aprovechando que había llevado su auto, y supo que ella se fue en taxi.
—Te lo contaré en el camino —dijo, mirando de mala gana a Samuel.
—¡¿En serio te vas a ir con este hombre?! —exclamó su novio, indignado al ver que ella no hacía nada—. ¡Mueve un solo pie y lo nuestro se acaba, Victoria!
Ella se detuvo.
—Pues me parece que será lo mejor —se mofó Mateo—. ¿O no le piensas decir lo que hiciste?
Samuel no podía perder a Victoria. Él sabía que ella comía de la palma de su mano, por eso a veces solía amenazar con terminar.
—Ven aquí, cariño —La llamó.
Ella se vio acorralada con