— ¿Cómo te sientes, papá? — Waylon entró en la habitación de su padre para verlo como estaba, Walter se lo quedó mirando con actitud sospechosa.
— Tan bien como puede estar un anciano senil — Le respondió con amargura.
— Papá, por favor, no me pongas en esta situación…
— Fuiste tú quien lo dijo.
— Papá, sabes que eso no fue lo que quise decir…
— Pero aun así fue lo que hiciste. Parece que últimamente solo haces cosas que no quieres, ¡Pero terminas dañando a las personas a tu alrededor! — Le reprochó severamente.
— Dilo.
— ¿El que, Waylon, que es lo que quieres que te diga?
— Lo mal hijo que soy…
— Más bien, ¡Lo mal esposo que eres!
— ¿Tan malo soy?
— ¡Pero! ¿Cómo es posible que dejes a tu esposa atada a la cama como si fuera una delincuente?
— Ya la solté, hace un momento…
— ¿Y debo creer que eres muy buena persona por haberlo hecho?
Waylon se sentó junto a su padre en la otra silla.
— Papá, no sé qué diablos es lo que estoy haciendo con mi vida… — Confesó con dolor en el pecho, sinti