Waylon logró comunicarse con el laboratorio y le dieron cita para el día siguiente, así que había que tener un poco de paciencia.
Esa tarde, Lara entro al despacho de su suegro como de costumbre para tomar alguna buena lectura y hacerle compañía al anciano, pero el hombre insistió en que le trajera un té de hierbas.
La rubia había salido por la taza de té y pidió a Susan que le preparara su te favorito, pero al regresar, Walter había olvidado pedirle que trajera sus pastillas.
— Lara, que vergüenza contigo, debí decírtelo hace rato, pero ya sabes cómo está mi cabeza últimamente, olvido hasta mi nombre. Algunos días estoy bien y parece que todo va seguir así, pero otros ni siquiera se en donde estoy, esto es deprimente — Dijo con frustración — Creo que dejé las pastillas en la mesita junto a la cama en mi habitación, ¿Si pudieras traérmelas?
— No te preocupes, Walter, yo me encargo, no es ningún problema.
La chica salió con rapidez del despacho y subió las escaleras, empujó la puerta d