Matteo escuchó todo atentamente, sintiendo cómo la ira crecía en su cuerpo con cada palabra que salía de la boca de su esposa.
— ¿Quién se cree ese desgraciado que es? — Pregunta entre dientes para disimular el odio que lo consume, mientras Aurora solo llora en silencio, dejándose envolver en los brazos de su marido.
— No podría quedarme en casa, por eso vine aquí. — Ella habla en voz baja mientras su esposo acaricia su cabello.
— Mi reina, perdóname, pero él no puede seguir vivo. — Aurora lo mira rápidamente, pero no hay ningún rastro de sorpresa en su rostro, solo preocupación.
— Él es el padre de Lorenzo, no puedes hacer nada sin hablar con él, por favor.
— Hablaré con él, pero aunque Lorenzo no esté de acuerdo, nadie que te falte al respeto quedará vivo, tú eres mi mujer y la primera dama de esta mafia, mandas en todo, incluso en mí. — Dice él con una sonrisa maliciosa, lo que provoca una risa en ella.
— ¿Mando en ti? — Él asiente. — Entonces, déjame ver a Nikolai.
— ¿Ahora? — Aur