A pesar de las protestas de Matteo, Aurora decidió ir a la universidad al día siguiente.
— ¿Estás bien, amiga? — Pregunta Bella, mirando a la pelirroja que sonríe asintiendo.
— Sí, estoy bien, fue un gran susto, pero ya todo está bien. — Dice caminando al lado de su amiga hacia la salida.
— ¿Por qué no viniste con el guardaespaldas? — Bella pregunta, mirando a su alrededor.
— Matteo dijo que vendría a recogerme, debe estar llegando. — Dice sonriendo.
— Ya me voy, Edu ya me está esperando. — Bella se despide de su amiga y se marcha.
Aurora espera unos minutos y pronto ve el coche de Matteo al otro lado de la calle, comienza a caminar hacia él, pero es interrumpida cuando siente una mano sujetando su brazo.
— Hola, gatita. — Dice una voz llena de sarcasmo y Aurora pone los ojos en blanco, intentando alejarse, pero el hombre aprieta aún más su brazo.
— Suéltame, ya te dije que me dejes en paz. — Grita ella, y él se ríe mirándola.
— Eres mía, ¿pensaste que te dejaría escapar por m