—Si estás buscando pelea, ven a mí. Pero no le hagas daño a mi esposa. Si lo haces, ¡no me culpes por tomar represalias!
Finalmente, Heather se dio cuenta de por qué la gente estaba aterrorizada ante la mera mención de Alexander.
—Oh, no esperaba que el señor Russell estuviera enamorado—, se burló. Luego, como si recordara algo, añadió: —¿Sigues negando la existencia de ese manual? ¡Nunca esperé que los Russell mantuvieran en secreto habilidades tan sofisticadas de kickboxing durante tanto tiempo!
—Como mencioné, los Russell no poseen ningún manual secreto —reiteró en un tono amable pero decidido.
—Pfft, ¿no lo admitirás? —En ese momento, Heather estaba a la vez enojada y frustrada.
Enojada porque no pudo derrotarlo; ella reconoció que él no era su igual, y Alexander estaba allí para dejarle claro que alcanzar a Lily significaba superarlo.
A Heather le molestaba que lo que siempre había aspirado a poseer estuviera a su alcance, pero todavía no podía obtenerlo. Era evidente