Mientras Alexander se preparaba para retirar su mano, Lily la agarró con firmeza. Su suave pregunta siguió:
—¿Qué pasaría si... Sus mejillas adquirieron un tono rosado y se mordió ligeramente el labio inferior antes de sugerir decisivamente. —Continuemos.
La sorpresa brilló en los ojos de Alexander; el deseo de actuar según su sugerencia era evidente. Había luchado por reprimir sus deseos cada vez que la abrazaba, soportando la tentación por el bienestar de ella y el de su hijo.
A pesar de las palabras directas de Lily, sus ojos rápidamente se desviaron con una conducta tímida. Alexander se rio entre dientes, inclinándose para dejar besos en su frente, mejilla y labios.
Después de un breve intercambio de besos, Lily abrió los ojos y se encontró con su mirada. Alexander, tranquilamente tranquilizador, dijo:
—Tonto, tenemos toda la vida para esto. Nada de eso importa ahora para tu salud. ¿De acuerdo?
—Hmmm —respondió ella en voz baja.
—¡Buenas noches! —Después de otro bes