Capítulo IV

Marcos abrió los ojos sorprendidos cuando vio la sonrisa brillante de su mejor amigo, se levanto de su asiento y abrazo a su amigo con gran efusividad haciendo que algunas miradas curiosas alzaran la ceja ante tanta emocion entre los dos caballeros. Antonio no solo era su mejor amigo, este era su hermano de otra madre y es que el habia estado en todos sus mejores y malos momentos. Ya eran amigos desde que eran unos críos, aunque ambos habían elegido caminos distintos la amistad seguia igual de fuerte como la primera vez.

 Antonio era el hijo mayor de dos vizconde de España. Los Alboran Pereira. 

Su papá Lord Victor Alboran esperaba con toda la ilusion del mundo que su hijo fuera un maravilloso arquitecto, juez o un gran militar como sus ancestro, pero como Antonio era un infeliz que hacia todo lo contrario, asi que prefiero ser un gran bohemio y recorrer el mundo conociendo del amor y de su mayor debilidad. Las mujeres 

 y vaya no era porque fuera su hermano, pero el sujeto era muy apuesto; tenia una piel trigueña, unos ojos avellana y claros como el oro fundido, unos labios que contenia todas las blasfemia del mundo, y un espiritu similar a la de un gitano. 

Y por eso entre otras cosas le agradaba su compañia, porque sabia que no tenia el valor moral para juzgarlo todo lo contario lo animaba a ser feliz. luego de un abrazo fraternal ambos pidieron una nueva jarra de cervezas  y comenzaron a conversar.

— ¡Hermano mio! — habló emocionado mientras se limpiaba la boca — Como te echado de menos, Escocia es tan aburrido como ir un domingo a misa — Marcos le golpeo hombro — Es la verdad, si te contará las maravillosas experencias que he vivido, esta para morirse, en un viaje conoci a una cantante de ópera en Irlanda que para que te digo. Todo una diosa — sonrió — ¿Y que hay  de nuevo menú en la ciudad?

— Si lo hay, son dos hermanas que se acaban de mudar desde Francia no te voy a negar estan muy hermosas, pero la que me interesa me ignora olímpicamente.

Antonio abrio los ojos sorprendido al ver que una mujer se resistia a los encanto de su mejor amigo, y jamás pensó que escucharia algo asi.

— No te puedo creer — esbozo una sonrisa divertida — Que mujer en toda Inglaterra tendria el valor para rechazarte, pero dime una cosa amigo, ¿es hermosa?

Marcos miró con detenimiento la cerveza mientras recordaba el beso que habia tenido esa tarde con Azucena, la forma en la que sus cuerpos encajaron perfectamente como si fuera la pieza pérdida que habia encontrado, aquel sonrojo en sus mejillas además del sabor dulce de sus labios. El sabia que no la merecia, pero la deseaba con pasión y no descansaría hasta que ella fuera suya.

— ¡Es un ángel con cabello de fuego! — respondio con tranquilidad a lo que su amigo silbó — Hoy la bese y le pedi cortejarla pero ella me rechazo al momento — rio al recordar su mirada seria. 

— ¡Parad el coche unos minutos! — alzo Antonio las manos sorprendido por sus palabras — Me estas diciendo que cortejaste a una mujer que apenas acabas de conocer, no me digas que tu.... — se cubrió la boca ante la revelación silenciosa de su mejor amigo — ¿Quieres casarte?, no me digas esas puterias hermano, que no me estas diciendo Marcos. Dime la verdad sabes que no te juzgaria pero, cuál es el motivo de esa alocada idea.

(.......)

Úrsula grito al ver el piez casi hinchado de su hija, en ningún momento se habia apartado de lado de ella pero en realidad Madeline se sentia sofocada, Azucena la vio desde el otro lado de la habitación cuando de repente vio que tenia a su madrastra enfrente de ella, levantó el rostro y la miro de la misma manera a como ella lo estaba haciendo.

Como si ella fuera un desastre.

C est de ta faute Azucena — Gritó molesta Úrsula — Tanto que insististe en salir, y solo para que mi hija adorada — remarcó con mucha énfasis la palabras "hija" haciendo sentir mal a Azucena — Tuviera una caida, y estuviera tres dias sin caminar. ¿te sientes feliz por lo que hiciste?

Antes que Azucena respondiera de forma sarcástica, como siempre se adelanto Madeline para apoyarla

— ¡Mamá! — grito molesta — ¡Es solo una caida! — negó con la cabeza al ver la exageración de su mamá — ¿Acaso cuando era una niña no me caia? — hablo con voz tranquila — Además yo tambien estaba de acuerdo en salir en dar una vuelta, es cansado estar encerrada todo el dia en estas cuatro paredes estamos por volvernos loca, Azucena no tiene la culpa.

Úrsula miro a su hija con incredulidad para luego ver a su hijastra moelsta.

— ¿No tiene la culpa dices? — preguntó con amargura en la voz — Dime una cosa mi amor, quién es la culpable de que no estemos en Inglaterra, y no en nuestra amada Francia porque esta se revolcó con un hombre ante de su boda. — Madeline quiso alegar algo pero su mamá la detuvo — Esta niña a la que tanto defiendes te arruinó tu futuro, estabas a nada en darte en casamiento con el duque de Rouge cuando el escandalo que hizo esta...... Chienne (P**a) destruyo todo. 

Azucena apretó sus manos con fuerzas hasta enterrar sus uñas en la palma de su mano, Madeline vio el temblor en el cuerpo de su hermana y hablo.

— Mamá quiero descansar, podria dejarme solas unos minutos por favor.

Úrsula salio de la habitación sin antes darle un chasquido de dientes a Azucena, Madeline extendió su mano a lo que esta acepto y sollozo en voz baja.

Je suis vraiment desole pour tout ce que je t ai fai Madeline — lloró en voz baja — No entiendo, ¿por que me defiendes si ella tiene la razón?,  estabas a nada de compremeterte con Leonid, y por mi culpa ya nunca más fuiste solicitada en Francia y aqui parece que es la misma historia.

Madeline abrazó a su hermana mientras le acariciaba la cabeza con cariño

— ¡No digas tonterias Azucena! — limpió las lágrimas de su hermana que estaba cayendo sin parar — No hiciste nada malo, toda acción que hiciste el pasado lo hiciste por "amour" , además no estaba lista para casarme con el viejo panzón de Leonid — Madeline hizo una mueca de asco — Para esta fecha seguiria siendo la esposa de ese sapo — Ambas rieron — ¡Venga no lloréis más! — sonrió — Apenas tengo veintitrés años tengo muchas oportunidades para casarme, y no sé pero  tengo la sensacion que pronto conoceremos el amor.

Azucena alzo la ceja.

— ¿Y yo también voy incluida encontrar  lo del nuevo amor?

— Si — movio su cabeza afirmando su pregunta, Madeline tomo su mano y la beso con cariño — Es momento que lo dejes descansar, y que tu empieces una nueva historia aqui.

Azucena abrazo a su hermana, salio de la habitación para que descansará un poco del dolor, camino hasta el salón cuando escucho a su papá hablar con su madrastra. Se escondió detrás de la puerta para escuchar a hurtadillas.

— ¿Un baile sera la solución de nuestro problemas? — pregunto Guillermo sin entender a su nuevo esposa — ¡Es una locura!

— ¡Claro que no lo es! — respondió seria — Es lo mejor, tu hija y mi bella hija estan solicitadas en las temporadas, sabes cuantos nos darian por la dote de ambas, asi puedes pagar lo que debes a los acreedores y salir de las deudas. — Sonrio — Pero la primera que debe casarse es Azucena, es la mayor y según las tradiciones Inglesas la primera en casarse es la mayor, además en la última fiesta vi como el señor Huttler la estaba viendo.

— ¡Hutttler! — exclamó exaltado — Ese hombre le dobla la edad, podria ser un abuelo para ella.

Úrsula tiró su taza al suelo molesta.

— ¡ENTONCES QUE ES LO QUE QUIERES, UN PRINCIPE AZUL! —grito irancunda — Por su culpa estamos en esta nueva ciudad, sin nadie más que de algunas amistades, y tu que no dejas tu maldito vicio a los juegos, acéptalo Guillermo estamos en bancarrota.

Azucena abrio los ojos como platos.

— Pero quiero que Azucena se case con alguien que ella ame, quiero morir sabiendo que esta con alguien que la hará feliz.

— Bajo en las circustancia que tenemos en este momento no estamos para darnos el lujo de encontrarle a un marido que cumpla con tus deseos de cuentos de hadas, o es eso — Úrsula apreto las manos — O tomó mis maletas para subirme al primer barco a Francia como mis dos hijas, y no vuelves a saber nada de nosotras.

Guillermo se limpió la frente sudada cuando entró Azucena a la habitación.

— ¡Me casaré padre! — hablo con firmeza mientras sus piernas temblaban — Ire al baile y me comprometere con el primer hombre, para ayudarte te lo prometo.

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