CAPÍTULO 57: UN BRINDIS PELIGROSO
Derek
La noche comienza como cualquier otra velada de los Beaumont: lujo, música, sonrisas hipócritas. Pero desde que la veo llegar tomada del brazo de Andrew, todo se me va al demonio. Mi mandíbula se tensa tanto que siento los músculos a punto de reventar. Maddison está preciosa, radiante incluso. Su vestido azul marino abraza su figura con un descaro que me hace arder de celos. Se mueve con una elegancia que me resulta insoportable porque no está conmigo.
Andrew camina a su lado con un aire protector. ¿Protector? Él, un simple veterinario, el que hasta hace nada parecía insignificante. Ahora la rodea con su brazo como si tuviera derecho a tocarla. La rabia me sube por la garganta, pero me obligo a mantener la compostura. No puedo dar un solo paso en falso. Todo está en juego esta noche.
Gregory sube al estrado con su copa de champán y su voz retumbando por los altavoces. Los invitados guardan silencio, expectantes.
—Queridos amigos —dice con esa so