Maddison
Me miro en el espejo por última vez, ajustando el vestido que Andrew insistió en que usara. Es un diseño elegante, de un color azul profundo que resalta mis ojos y la fuerza que, aunque a veces flaquea, me niego a perder. Andrew me observa desde la puerta de la habitación que compartimos esta noche, con ese aire protector que a veces me incomoda, pero que hoy decido aceptar. Necesito de su apoyo, aunque sea solo por esta noche.
El teléfono vibra en mi mano y contengo la respiración cuando veo el nombre del investigador en la pantalla. Me aparto un poco, dándole la espalda a Andrew, y respondo en voz baja.
—¿Tienes algo? —pregunto, con la ansiedad atenazándome la garganta.
—De Lewis todavía no hay rastro —responde él con cautela—. Es como si se lo hubiera tragado la tierra, pero he averiguado algo más sobre la enfermera Clara. La encontraron muerta hace cuatro años. Suicidio, según el informe.
—¡Eso no puede ser! —exclamo, con un nudo en la garganta—. Clara sabía la verdad, me