Capítulo 4

2 de junio de 2016

Querido diario,

No puedo creer que ya haya pasado un tiempo desde mi cumpleaños. Algo realmente mágico sucedió, algo que solo parece posible en días especiales como ese. Lo mejor de todo, Anya finalmente dejó de molestarme. Es como si un gran peso se hubiera levantado de mis hombros. Ya no tengo que esquivar sus malas palabras ni temer sus empujones ocultos. Puedo respirar y ser yo misma, sin estar constantemente en alerta. ¡Es un alivio tan grande!

En la escuela, las cosas van mejor de lo que podría haber soñado. He sacado notas excelentes en mis exámenes, y siento como si estuviera volando cada vez que veo los resultados. Me siento brillante, como si cada número alto en mi boletín fuera una pequeña estrella iluminando mi camino.

Pero hay algo más, algo que hace que mi corazón lata un poco más rápido cada vez que lo pienso. Hay un chico en la escuela... Es realmente guapo, con una sonrisa que podría iluminar toda una habitación. Cada vez que lo veo, siento mariposas en el estómago y me cuesta encontrar las palabras correctas.

Lo malo es que él no sabe que me gusta, y no estoy segura de querer decírselo. Es súper popular, especialmente entre las chicas, y la idea de un rechazo... Bueno, me da un poco de miedo. Prefiero mantener mis sentimientos en secreto, al menos por ahora.

De todas formas, diario, solo quería contarte estas pequeñas grandes cosas que están pasando en mi vida. A veces, siento que estoy viviendo en un sueño del que no quiero despertar.

Con cariño, Grace.

Grace

—Esta semana comenzarán con el entrenamiento físico, —nos informó la maestra. La noticia me generó una mezcla de emociones. Por un lado, estaba emocionada por la idea de un nuevo desafío y la oportunidad de hacer algo diferente en la escuela. Por otro lado, sentía un poco de nervios. Nunca había sido la más atlética de mis amigos, y la idea de entrenar con los estudiantes mayores, que parecían mucho más experimentados y fuertes, me intimidaba un poco.

Miré a mis amigos, Max y Kallie, buscando un poco de apoyo. Max parecía emocionado, sus ojos brillaban con la anticipación del desafío físico. Kallie, por otro lado, tenía una expresión más cautelosa, como si estuviera evaluando lo que esto significaría para nosotros.

—¿Crees que será muy duro? —le pregunté a Kallie en voz baja.

Ella me miró y sonrió.

—Probablemente, pero estaremos juntos en esto. Podemos ayudarnos mutuamente.

Esa idea me reconfortó. Saber que mis amigos estarían allí conmigo, enfrentando los mismos desafíos, me daba fuerzas. Con ellos a mi lado, sentí que podía enfrentar cualquier cosa que la escuela nos lanzara, incluso un entrenamiento físico intenso.

Después de la clase, Max, Kallie y yo nos reunimos para hablar sobre el nuevo entrenamiento en la 'casa de la manada'. Yo todavía estaba un poco confundida sobre qué era exactamente ese lugar.

—Entonces, ¿qué es exactamente la casa de la manada? ¿Es solo un gimnasio con un nombre raro? —pregunté, tratando de entender.

Kallie me miró con una mezcla de sorpresa y diversión.

—Grace, ¿siquiera sabes qué somos?

Max intervino, con una expresión seria en su rostro.

—Somos lobos, Grace, —dijo de forma directa.

Estallé en risas. La idea me pareció tan absurda.

—¡Vamos, Max! ¿Lobos? Eso suena como algo sacado de un libro de fantasía.

Max me miró fijamente, sin una sonrisa.

—No es broma, Grace. Somos lobos, lobos de verdad.

Miré a Kallie, buscando alguna señal de que todo era una broma, pero ella solo asintió, apoyando lo que decía Max.

—Es verdad, Grace. Todos aquí, en la ciudad somos lobos, somos parte de una manada.

Mi risa se fue apagando a medida que veía la seriedad en sus rostros.

—¿Están hablando en serio? —pregunté, sintiéndome cada vez más desconcertada.

—Sí, Grace, —respondió Max. —Y la casa de la manada es donde entrenamos y aprendemos sobre nuestras habilidades como lobos.

La sensación de mareo se apoderó de mí rápidamente, el mundo a mi alrededor comenzó a girar vertiginosamente y, en un instante, la oscuridad me envolvió por completo.

Cuando recobré el conocimiento, me encontraba en la enfermería de la escuela. Mi cabeza todavía daba vueltas y me costaba enfocar la vista. Lo primero que captó mi atención fue la voz de Owen, sonando alta y tensa en la habitación.

—¡¿Cómo que no sabes por qué no se despierta?! —gritaba Owen al médico de la escuela. Su tono era de frustración y preocupación, algo que nunca había escuchado en él antes.

—Estoy haciendo todo lo posible, pero ella simplemente se desmayó. No hay ninguna razón aparente para ello, —respondía el médico con calma, intentando apaciguar la situación.

—No es suficiente, —replicó Owen, su voz temblorosa por la tensión. —Ella solo... se desmayó de la nada. Tiene que haber una razón. ¿Qué pasa si es algo grave?

El médico intentó asegurarle que estaba bien, que solo necesitaba descansar, pero Owen no parecía convencido. Podía oír en su voz el miedo y la impotencia, y eso me hizo sentir extrañamente conmovida y preocupada a la vez.

—Owen... —conseguí murmurar, aunque mi voz sonaba débil y lejana.

En un instante, Owen estaba a mi lado, su rostro reflejando alivio.

—Grace, ¿estás bien? ¿Qué pasó?

—No lo sé, —susurré, intentando sentarme. —Solo... me sentí mareada y luego todo se puso oscuro.

Owen tomó mi mano, apretándola suavemente.

—Vas a estar bien —dijo, pero podía ver en sus ojos que todavía estaba preocupado.

—Tu mamá viene en camino, —me informó. Al oír eso, intenté incorporarme rápidamente, pero el movimiento brusco sólo hizo que el mundo comenzara a girar de nuevo y me desvanecí por un momento. —Calma, Grace, —me dijo Owen, con una voz suave y calmada. Sentí cómo me ayudaba a recostarme de nuevo, su mano era un apoyo firme y gentil.

—Pero yo no quiero que la molesten así... —susurré, sintiéndome culpable por causar preocupación. No quería ser una carga para mamá, especialmente con todo lo que tenía que manejar en casa y en el trabajo.

—No eres una molestia, peque, —respondió Owen, pasando su mano suavemente por mi cabello. Su gesto era reconfortante, y sus palabras me hicieron sentir un poco mejor. —Solo nos asustamos mucho.

—Pero... —comencé a protestar, queriendo explicarle que no quería causar más problemas.

—No hay 'peros', tu mamá te llevará a casa y yo iré después de clases. Necesito que me cuentes qué pasó, —insistió Owen. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, la puerta de la enfermería se abrió de golpe y entró mi mamá, con una expresión de preocupación marcada en su rostro.

—¡Grace! ¿Estás bien? ¿Qué pasó? —preguntó ella, acercándose a la cama rápidamente.

—Estoy bien, mamá. Solo me mareé un poco, —traté de tranquilizarla, aunque sabía que ella podía ver a través de mis palabras.

—El médico dijo que fue solo un desmayo, pero queremos estar seguros, —añadió Owen, poniéndose de pie para darle espacio a mamá.

—Gracias, Owen, por estar aquí, —dijo mamá, mirándolo con gratitud antes de volver su atención hacia mí. —Vamos a llevarte a casa, cariño. Quizás necesites descansar.

—Lo siento, mamá, —murmuré, sintiendo un nudo de culpa en mi estómago.

—No tienes nada de qué disculparte, —respondió mamá con suavidad, acariciando mi frente. —Lo importante es que estés bien.

Mientras mamá me ayudaba a levantarme, eché un último vistazo a Owen, quien me ofreció una sonrisa tranquilizadora. Aunque estaba preocupada por lo que había pasado, su promesa de visitarme después de clases me dio algo de consuelo.

Una vez en mi habitación, cerré la puerta con suavidad y me dirigí directamente a mi computadora. Con una mezcla de curiosidad y escepticismo, comencé a buscar información sobre manadas y lobos, pensando en las extrañas palabras de Max y Kallie.

Los resultados de la búsqueda fueron variados y fascinantes. Primero, me encontré con información sobre lobos reales, sus hábitos y cómo viven en manadas. Aprendí que las manadas de lobos están lideradas por un Alfa, que son los dominantes y responsables de tomar decisiones para el grupo. También leí sobre los Betas, que son como los segundos al mando y ayudan al Alfa a mantener el orden en la manada.

Luego, mi búsqueda me llevó a leyendas y mitos sobre hombres lobo. Encontré historias de criaturas que podían transformarse de humanos a lobos, y cómo estas criaturas también vivían en manadas con una jerarquía similar a la de los lobos reales.

Entre las páginas de mitos y leyendas, había relatos de hombres lobo que protegían a sus seres queridos y cómo sus manadas eran una parte esencial de su identidad. Algunos sitios incluso hablaban de rituales y ceremonias especiales que realizaban las manadas de hombres lobo.

Mientras leía todo esto, no podía evitar sentirme abrumada. ¿Era posible que todo esto fuera real? ¿Y yo, de alguna manera, estaba relacionada con esto? Las palabras de Max y Kallie resonaban en mi mente, haciéndome cuestionar todo lo que pensaba que sabía.

Apagué la computadora, sintiendo que mi cabeza daba vueltas con toda la nueva información.

Mientras me recostaba en mi cama, con la mente todavía revoloteando por la información que había encontrado en internet, empecé a pensar en todas las coincidencias que involucraban a Owen, Rafe y Dan. Todo comenzaba a encajar de una manera que me resultaba abrumadora.

Owen era conocido como 'Alfa', y ahora sabía que, en las manadas de lobos, el Alfa es el líder. Recordé cómo los demás lo trataban con un respeto que iba más allá de lo normal, cómo su presencia imponía una autoridad natural. Y entonces estaba Rafe, el esposo de mi mamá, a quien a veces también llamaban 'Beta'. En el mundo de los lobos, el Beta es el segundo al mando, el que apoya al Alfa. Recordé cómo Rafe siempre estaba ahí, firme y confiable, apoyando a todos a su alrededor.

Y finalmente, Dan. A veces, en la escuela, escuché a otros referirse a él como ‘el futuro Beta’. ¿Era posible que también él estuviera involucrado en este mundo oculto de manadas y lobos? ¿Y yo, viviendo en la misma casa que ellos, cómo encajaba en todo esto?

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