50. Fue perfecto
La celebración fue sencilla, pero la alegría era algo palpable en el ambiente. Serafina lucía radiante y Jack podía considerarse el hombre más feliz del reino. Los sirvientes no dudaron en felicitarlos y como regalo de boda les organizaron una pequeña reunión con la mejor comida que pudieron preparar, tanto así, que sacrificaron el mejor cordero de la granja, lo acompañaron con verduras frescas y un poco del vino que guardaban para cuando la familia real visitaba la casa de descanso.
El párroco estuvo poco tiempo. El pobre hombre no se sentía tranquilo, pues temía que en cualquier momento le saliera un comentario inocente, con el que fuera contra el mandato del príncipe y lo pusiera en evidencia ante quien fuera que se escondiera. Una vez terminó de comer, agradeció por la hospitalidad recibida y se despidió de todos, para después ser acompañado por William hasta su coche.
—La ceremonia ha estado hermosa —dijo William junto al modesto coche del párroco.
—Su Alteza, me alegra que haya