Capítulo 80.
Damien
Nunca creí que tomaría la mano de alguien, menos que deseara jamás soltarla y me sintiera orgulloso de hacerlo. Menos de querer ponerle una cadena para que alejarse de mí sea algo imposible de hacer. Siempre me pareció una estupidez.
Idea que pisoteé, pues sostengo a Briana de ese modo, mientras camino a la entrada de la casa que me vio crecer. Se muestra sonriente y debo decir que es el único secuestro que quiero repetir.
—¿Vives aquí? —pregunta riendo.
—Es la casa de mis padres. —le hago saber y se detiene para hablar, pero es demasiado tarde cuando una mujer con vestido oscuro aparece por las escaleras con un florero en las manos.
Nos repara a ambos y su sonrisa se ensancha. Los años parecen no surtir efecto en ella que, a pesar de tener los hijos y años con los que cuenta, sigue manteniendo la juventud de siempre.
—¡Mi cielo! —se viene contra mí y me hace inclinarme un poco para besar mis mejillas. Es una de las mujeres más importante para mí y verla siempre será una de