El playboy y pintor Alexander Hoffman, más conocido como Sasha es un hombre que decidió cerrar las puertas de su corazón cuando encontró a su novia, la que consideraba ser la mujer de su vida en los brazos de su mejor amigo. Después de esto se ha convertido en un amante de libertad, con una seria aversión al amor. Sasha considera que todas las mujeres son una fáciles incapaces de resistirse a sus encantos, hasta que conoce a una stripper que lo pone en su lugar. Sol es una madre soltera que está dispuesta a hacer lo que con tal de mantener a su hija protegida y no permitirá que un hombre con tantos con tantos prejuicios la juzgue. ¿Aprenderá Sasha que no debe juzgar un libro por su portada? ¿Sol será capaz de demostrar a este mujeriego que trabajar con poca ropa no la convierte en una mujer fácil?
Leer másSasha estaba parado delante de la puerta de la iglesia viendo a los recién casados salir por la puerta, rodeados de personas que gritaban sus felicitaciones y les tiraban granos de arroz. Tan solo esa imagen le revolvió el estómago.
Cuando se enamoró de Heidy en el instituto le pareció la chica perfecta, porque era buena, dulce, de apariencia inocente y de muy buena familia. Había creído durante dos años que algún día ella sería su esposa y la madre de sus hijos.
Los dos habían decidido perder la virginidad supuestamente juntos, entonces Sasha preparó para ella una linda noche romántica antes de la graduación con todo su amor. Después de preparar toda la decoración con velas, el champagne, sus bombones favoritos fue a buscarla y cuando llegó a la casa de Heidy se encontró con una escena que le rompió el corazón en mil pedazos.
Sasha había entrado por la puerta del jardín, como siempre hacía para subir por un árbol que estaba pegado a la casa para llegar hasta el balcón de la habitación de su novia, pero cuando se acercó a la ventana del salón la vio, de una manera que jamás se imaginó que la vería algún día, por lo menos no con otro hombre.
Heidy estaba sentada con las piernas abierta encima de su mejor amigo teniendo sexo con él. Sasha sintió que estaba siendo apuñalado dos veces, porque Damian era como su hermano, la amistad de ambos había iniciado cuando apenas estaban empezando a hablar y desde entonces eran inseparables.
Entonces Sasha no aguantó la rabia y entró a la casa gritando como un loco, rompiendo todo lo que se encontraba por el camino mientras que la pareja de traidores intentaba explicarse. Sasha los miró asqueado cuando dijeron que llevaban meses enamorados y Heidy le echó en cara que él era demasiado pegajoso, que era un niño romántico y que ella quería un hombre de verdad.
Traicionado y humillado Sasha se juró a sí mismo en aquel momento, que jamás en su vida volvería a enamorarse, y que las mujeres solo serían para el disfrute y nada más.
Después de algunos años su supuesto mejor amigo junto con su exnovia decidieron tener el descaro de invitarlo a su boda y allí estaba, sentado dentro de su coche aparcado en la esquina de aquella iglesia observando la felicidad que nació de una traición.
Sasha había decidido no ir a la ceremonia, pero sí quería ir a la fiesta para darle a la novia personalmente su regalo de bodas, o mejor diciendo una improvisada despedida de soltera.
Cuando Sasha bajó de su querido La Voiture Noire, un Bugatti negro, que era el único coche en el mundo que Sasha se atrevía a tocar, porque que era un amante fiel de las motos al igual que su padre. Él entró en la fiesta y todos se giraron para verlo, fijándose en el enorme hombre que entraba por la puerta con melena larga, rizada y rubia, con unos penetrantes ojos azules y unos músculos que se veían bien marcados debajo del carísimo esmoquin negro de diseñador que llevaba puesto, era un hombre capaz de enloquecer a cualquier mujer, sus cabellos largos y la barba le daban un aire de fiera indomable, robando la atención por donde pasaba.
Damian llevaba años sin verlo al igual que Heidy y su aspecto había cambiado mucho, casi no pudo reconocerlo. Sasha había pasado de ser un niño lindo y dulce a un verdadero macho alfa.
–¡Sasha! –Exclamó Damian al verlo mientras que Heidy seguía boquiabierta mirándolo.
–¡Damian, es un placer verte y más en una ocasión como esta! –Contestó Sasha dándole un abrazo y después se acercó a Heidy que parecía estar hipnotizada con la belleza de su exnovio. –Os deseo toda la felicidad del mundo, y que vuestra unión dure toda la vida. –Los felicitó sin ningún tono de sarcasmo, de verdad parecía estar feliz por la pareja.
–No sabes cuánto me alegra escuchar esto de ti hermano, y saber que el pasado ha quedado atrás. –Habló Damian con entusiasmo mientras que Sasha no apartaba la vista de Heidy.
–Yo también…yo también me alegro…de que nos hayas perdonado…Sasha. –Habló Heidy arrastrando las palabras derritiéndose en aquellos profundos ojos azules, sin que su marido se diera cuenta.
–Todo en esta vida pasa por algún motivo Damian. Yo me alegro por vosotros, son tal para cual y se merecen estar juntos. –Afirmó Sasha y después les entregó una cajita con un regalo.
Sasha no tenía ni idea de lo que había dentro, le había pedido a su melliza que le hiciera el favor de comprarles algo porque no pensaba hacerlo.
Después de entregarles el regalo, disculparse por no llegar a tiempo para la ceremonia y felicitarlos una vez más por la boda. Después Sasha se fue a una mesa bien apartada de todos, pero que era el centro de la atención de todas las mujeres de la fiesta por él y se quedó allí sentado tomando una copa de brandy esperando el momento ideal para actuar.
Sasha vio a Heidy apartarse de todos y dirigirse a las escaleras, al parecer se iba a cambiar de ropa en unas de las habitaciones que había allí, antes de despedirse de los invitados para marcharse con Damian a su tan soñada luna de miel.
Sasha la siguió y cuando la vio entrar en una habitación sola, miró de un lado a otro para estar seguro de que nadie los sorprendería, entonces entró a la habitación.
Heidy se había soltado el cabello y se estaba quitando las joyas delante de un enorme espejo, cuando la imagen de Sasha apareció detrás de ella y la mujer sintió como sus piernas se hacían mantequilla con tan solo mirar a semejante hombre.
–¿Sasha qué estás haciendo aquí? –Preguntó Heidy dándose la vuelta para mirarlo de frente boquiabierta y lo vio sonreír con malicia.
–¿Solo quería verte un rato a solas, para saber cómo estás? –Preguntó Sasha encogiéndose de hombros.
–Estoy, bueno ya sabes…estoy bien y feliz. –Murmuró ella pensando que sus palabras no habían sido muy convincentes cuando lo vio reírse.
–Supongo que debe de ser duro saber que tendrás que pasar el resto de tu vida al lado de un único hombre, y guardarle fidelidad hasta los últimos días de tu vida. –Murmuró Sasha con la voz ronca deslizando la yema de los dedos por el hombro desnudo de Heidy, que lo miraba embelesada. –Espero que hayas disfrutado mucho de tu despedida de soltera.
–Si quiero puedo alargarla un poco más. –Contestó mordiéndose el labio inferior mirándolo con lujuria, y Sasha sonrió porque no esperaba otra cosa de una mujer como ella. Entonces Sasha la giró y puso su cara contra el espejo mientras le subía el vestido.
Después que terminaron de tener sexo Sasha se apartó de ella arreglándose un poco mientras que Heidy lo miraba extasiada, deseando pedir más.
–Dios no esperaba que fueras así. –Murmuró Heidy humedeciéndose los labios mientras que Sasha la miró levantando una ceja y después se dio la vuelta para marcharse ignorándola, pero ella lo agarró del brazo. –¿Cuándo volveremos a vernos? –Preguntó ella con expectación y Sasha sonrió con sarcasmo.
–Con mujeres como tú no suelo pasar de un rapidito. –Contestó Sasha mirándola directamente a los ojos. –Yo no soy tan estúpido como Damian, para involucrarme con una mujer que es capaz de engañar a su propio marido unas horas después de haber dado el “SÍ QUIERO” en el altar. Agradece que ya te mando bien lubricada a tu noche de nupcias.
Sasha se marchó de la habitación dejándola sola, desconcertada y arrepentida de haber elegido al hombre equivocado. Él llevaba años seguro de que no quería sentir nada más por ninguna mujer, pero después de aquel sexo fugaz sabía que jamás en su vida cometería la estupidez de volver a enamorarse. Sasha pensó que, si una mujer como Heidy con su carita inocente y con su buena educación era una cualquiera, no quería imaginar como deberían ser las demás.
Aquella noche Nikki bajó las escaleras de un exclusivo club en el Soho. Ella había elegido los años veinte como temática para su fiesta. Todo se veía como en aquella época. La decoración era fabulosa, habían bailarinas en pequeños escenarios, una enormes torre de copas llenas con el champagne más exclusivo que existía, sus invitados iban vestidos a rigor y ella parecía una verdadera reina de la noche. Nikki llevaba un precioso vestido rojo hecho especialmente para la ocasión, collar de perlas, un delicado adorno en la cabeza con rubíes y sus carnosos labios pintados de rojo. La Leona no era el mayor destaque de la noche solo por ser la cumpleañera, sino que también lo era por su belleza. Todo era perfecto o por lo menos lo era para los demás, pero para ella faltaba algo. Nikki saludó a todos sus invitados, bailó con sus amigos y pasó la primera hora de la fiesta con una enorme sonrisa en su rostro que jamás llegó a sus ojos. El único momento en que realmente se sintió feliz fue c
Después de aquella noche Lex no volvió a ser el mismo y Nikki mucho menos. Los dos tenían que encontrar la manera de arrancar de sus corazones el amor que se tenían, dejar atrás sus momentos de felicidad. Lo más difícil no era olvidar, era seguir adelante sabiendo que siempre estarían presentes en la vida el uno del otro, pero no como ellos querían. Nikki borró todas las fotos que tenía en su teléfono móvil de aquella escapada en París, pero no pudo deshacerse de su vestido de princesa, ese tan delicado y hermoso que Lex le había regalado. Tampoco pudo tirar una rosa que había guardado entre las páginas de un libro, una flor que ella había conservado del ramo de flores. Pequeños recuerdos de su fugaz cuento de hadas y también tenía algo más. Nikki pasó la mano por su vientre pensando en su angelito que ya no estaba. Ese pequeño que no llegó a nacer, pero era lo más puro que habían tenido Lex y ella. Cuanto a Lex… bueno, él se sentía como un niño perdido. Desde que Nikki salió del
Lex estaba pegado a la puerta de la habitación donde tenían a Nikki, sin que nadie lo viera. Cada palabra que le decían los médicos y escucharla llorar solo aumentaba su culpa…su desesperación de no poder abrazarla en aquel momento. Cada explicación que daba el doctor eran como dagas atravesando su corazón. —Pero ¿no hay nada qué se pueda hacer doctor? –Preguntó Nikki mientras que su madre la abrazaba. —Lo siento señorita, pero no. Los embarazos ectópicos no llegan a término. Por eso le había comentado a sus padres que necesitábamos hacerle más pruebas. Los primeros resultados eran claros, claramente está usted embarazada, pero con el ultrasonido que le hicimos encontramos que el embrión está localizado en la trompa de Falopio. —¿Cuánto tiempo podría estar con mi bebé? –Indagó Nikki con un dolor horrible en su pecho. —La estructura que contiene el feto suele romperse en las primeras semanas, mucho antes de que pueda vivir por sí solo y es un peligro esperar a que eso suceda. Que s
Lex y Nikki habían podido mantener su relación oculta durante un par de meses. Ella pasaba las tardes en el piso de Lex y cuando estaban con la familia buscaban la manera de verse a solas. Era excitante vivir ese amor prohibido, pero no iban a poder ocultarlo toda la vida. —¿Todavía te duele? –Preguntó Lex preocupado, dando besos en el vientre de Nikki que llevaba un par de días con molestias. –Porque si es así no creo que debas bailar esta noche en la presentación. —Estoy bien mi Leoncito, no te preocupes. Además, ya dejé al grupo tirado en el viaje a Madrid. Así que esta vez no pienso faltar. —Enfatizó ella deslizando sus dedos entre los mechones de Lex. —Creo que te hice daño, a veces soy demasiado bestia. Ya sabes que cuando me excito mucho pierdo el control. —Lo sé, es cuando deseas follarme hasta partirme por la mitad. –Se rio la Leona y Lex soltó una carcajada. —Pero puedes estar tranquilo. En esta semana tengo cita con la doctora. — Aseguró y eso lo dejó más despreocupado
La pareja había tenido un fin de semana romántico que jamás olvidarían, pero en su regreso a casa, como era de esperar, la familia aún no había regresado. Por lo tanto, decidieron pasar una última noche juntos antes de volver a la realidad. Lex y Nikki pasaron la tarde del lunes viendo películas, cocinaron juntos y hablaron sobre sus proyectos personales. Nikki bailó para su chico, y Lex tocó la guitarra cantando para ella. Estuvieron relajados la mayor parte del tiempo. Los dos habían dado por hecho que después de pasar todo el fin de semana teniendo sexo estarían cansados y solo buscarían algo de descanso. Un auténtico autoengaño, pues pasaron sus últimas horas juntos sumergido en la lujuria. A la mañana siguiente, Nikki y Lex se pusieron de acuerdo para saber exactamente lo que iban a decir a sus padres que llegarían en pocas horas. Nikki estaba lista para contarles que se había encontrado mal y que por eso no había viajado con la compañía de baile. Lex a su vez se just
En el hotel todo era absolutamente perfecto. Lex se había encargado de cada detalle necesario para celebrar su amor. Era todo tan típico para una sorpresa de San Valentín que resultaba todavía más tierno para Nikki ver cómo Lex se había esforzado en ser tan romántico. —No puedo creer que Lex Hoffman sea un hombre que sabe cómo enamorar a una mujer. — Dijo Nikki mirando el ramo de flores que Lex le había regalado. —Es hermoso Lex, gracias por esto. —No tienes que agradecer nena. Esto para mí es nuevo, pero intentaré que sea perfecto y que jamás olvides este fin de semana. —Habló pegando su frente en la de ella, decidido a hacer las cosas bien. —No sería capaz de olvidar ningún momento a tu lado, eres parte de mi historia Lex y seguramente la más importante. —Confesó Nikki emocionada y Lex la llevó a la cama con toda la intención de hacerle el amor, pero la chica lo empujó tirándolo al suelo. —¡Ahí está el semental que no sabe seguir el protocolo, ya sabía que todo era demasiado perf
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