Me siento en el mueble con los dos hombres frente a mí en sus respectivas sillas. Los dos, miran al suelo sin atreverse a mirarme y es por ello, que me resulta de cierto modo gracioso, porque los dos actúan tan infantil.
— Realmente no puedo entender porque los dos actúan así. No me gusta que actúen tan groseros. Los problemas se deben resolver hablando, no cerrando puertas y mucho menos gritando. — digo mirándolos a los dos.— Necesitamos orden. — dice mi jefe.— Es claro que yo no puedo darles eso. Miren la habitación como esta. Es un desastre y yo vivo peor.— Lo sabemos. — dicen los dos al unísono.‘Ni siquiera lo dudaron, que crueles son.’ Me digo mentalmente.— Contrataré personal para que siempre tengan la casa limpia, por eso, no hay problema. — dice mi jefe.— Creo que eso es lo que menos importa ahora, ust