Compromiso repentino con el CEO
Compromiso repentino con el CEO
Por: Lala-Sula
Capítulo 1: El niño

Limpio mi ropa para lucir impecable. Soy la representación de mi jefe y debo mostrarme perfecta. Después de todo, soy la secretaria de Kendrick Cappelletti, uno de los empresarios más respetados del país. 

Lista, subo al trasporte público y me concentró en no ensuciarme o arrugar mi ropa cuando me coloco el impermeable, aunque no está lloviendo. Por fortuna, es este saco grande, con el que todos los días evito que un bebé me pegue su dulce, una persona angustiada por llegar tarde, no derrame su café en mi ropa y un loco en bicicleta lance sobre mi ropa agua del suelo.

Aunque esquivo personas corriendo, el saco impermeable me ayuda a no llegar completamente un desastre, aunque muchos me ven como una loca por usar un impermeable con un día tan caluroso en la ciudad.

Apenas llego a la empresa, con cuidado, me quito el impermeable y alejándolo lo más que pueda de mí, lo doblo y guardo en su pequeña bolsa. Sonriente e impecable, caminó hacia la cafetería donde comienzo a hacer el café expreso que tanto le gusta a mi jefe.

— Buenos días — saludo a la secretaria de presidencia y contaduría

— Hoy es un buen día, pero, ¿sabes que lo haría el día el día perfecto? — dice Frella con dramatismo.

— Ya lo sé, ser la asistente de mi jefe. — me burlo y las dos chicas me observan con molestia.

— Odio no ser tú. Si fuera la secretaria del señor Cappelletti, mis problemas se reducirían a la mitad.

— A mí se me desaparecerían. Porque con semejante hombre atractivo, educado y amable, aunque tuviera que ser operada por un tumor, ese tumor desaparecería con solo una sonrisa de él. — dice María

— Están locas, chicas.

— Loca estas tú, por no seducir a tu jefe. — dice Frella y yo ruego los ojos colocando el café en la bandeja con unas galletas de mantequilla. 

— Que tengan buenos días, chicas. — digo marchándome.

De inmediato, me preparo para recibir a mi jefe, quien abre la puerta suspirando profundo.

— Buen día, señorita Pussi, ¿Qué tenemos para hoy? — pregunta y yo le digo la agenda mientras él toma su café.

— Eso sería todo.

Su teléfono suena con insistencia y él suspira profundo.

— ¿Qué hizo ahora? — pregunta mi jefe con voz agotada — ¡¿Qué dijiste?! — grita mi jefe asustándome.

Si tuviera que describir a mi jefe, lo haría como una persona calmada, que nada lo perturba y que para cada problema tiene una solución. Pero, su grito y el desespero en su mirada, me hace desconocerlo.

Es como si lo que le han dicho por teléfono, fue el final de su vida tranquila, incluso, lucha por colocarse su chaqueta cuando siempre lo ha hecho como todo un experto.

Por lo que, corro a ayudarlo mientras él escucha atentamente lo que le dicen y después, corre sin las llaves de su auto o su billetera. Por lo que, corro detrás de él

— ¡Señor Cappelletti! — grito corriendo, mientras muestro las llaves y su billetera, para que detenga el ascensor.

— Lo siento, tengo prisa. Cancela todas mis reuniones. — dice mi jefe.

— Pero, es importante la reunión con los inversionistas.

— Estaré ocupado y no puedo delegárselo a alguien más.

— ¡Yo puedo hacerlo! ¡Sé todos los detalles de la propuesta, si me lo permite…! — digo y la mirada llena de dudas de mi jefe, hacen que me quede en silencio unos segundos — Lo siento, señor, no debí ser imprudente. Que tenga buen día y pueda resolver su problema.

— Espera un momento — dice mi jefe alejando su teléfono de la oreja — Hazlo, señorita Pussi, pero, si es demasiado para ti, puedes decirles que los detalles serán enviados a su correo electrónico y si necesitan alguna aclaración adicional, podemos hacer videoconferencia. 

— ¡Gracias, señor! ¡Gracias por confiar en mí, le aseguro que no lo decepcionaré! — digo emocionada. 

— Sé que no vas a decepcionarme. Buena suerte y disculpa por dejarte una carga grande, pero, esto requiere de mi presencia.

— Mi trabajo es disminuir su carga, no necesita disculparse, señor.

— Gracias, señorita Pussi. — dice mi jefe para después desaparecer porque las puertas del ascensor se cierran.

— Mi trabajo es disminuir su carga, no necesita disculparse, señor — se burla Frella.

— No molestes, Frella.

— Yo si quisiera disminuir algo de él y no me refiero al trabajo en la empresa — dice Frella y yo me marcho hasta mi puesto de trabajo. Porque sé que hacerla entrar en razón es una tarea imposible. 

Rápidamente, comienzo a prepararme para la presentación. Aunque tengo mucho miedo de arruinarlo, sé que debo demostrar que soy alguien capaz digna secretaria del señor Cappelletti. Por lo que, respiro profundo y realizo los últimos detalles.

La presentación ocurre sin problemas, porque dos de los posibles inversionistas, han hablado conmigo anteriormente y al parecer, les he dado una buena impresión. Por lo que, termino la reunión sin algún problema. 

Cansada, salgo de la oficina, es cuando me doy cuenta de que llueve. Rápidamente, saco el impermeable y camino deleitándome de la lluvia. Sonrió porque el día aunque fue distinto por la ausencia de mi jefe, pude salvar el día. 

Sonriente, camino e incluso, doy pequeños saltos en los charcos que se forman en el suelo. Sin embargo, por estar concentrada en lo que estaba disfrutando, no me doy cuenta de lo que pasa alrededor, por lo que, tropiezo con un pequeño que de inmediato agarro antes de que caiga al suelo.

Mi corazón late frenéticamente, pero, por fortuna, ninguno de los dos nos golpeamos. Su cuerpo, completamente húmedo y frío hace que quiera abrazarlo y protegerlo de la lluvia, por lo que, desabrocho mi impermeable y lo uso como un techo para protegernos de la lluvia.

— ¿Estas bien, pequeño? — le pregunto y él asiente — ¿Te he lastimado en algún lado? — pregunto preocupada y él niega. — ¿Puedes hablar? — pregunto y él no hace algún gesto.

Preocupada, miro a mi alrededor en busca de su acompañante o padre de familia, pero, las pocas personas que transitan la calle, no se detienen al vernos y mucho menos, se escucha a alguna persona llamando el nombre de alguien.

— ¿Dónde están tus padres? — pregunto y él comienza a mover su labio inferior causando que tiemble este — No llores, pequeño. Si estás solo, puedo acompañarte. — digo cuando veo sus ojos nublarse por las lágrimas acumuladas.

El pequeño se aferra a mi cuerpo y yo acomodo el impermeable para que no se moje con la lluvia cuando lo cargo. Sabiendo que debo buscar un refugio, miró a todas partes hasta que encuentro un lugar donde podemos refugiarnos un rato.

Nunca me había encontrado un niño antes, pero, comprendía que si a alguien se le había perdido, debía buscarlo por la zona donde lo encontré. Por lo que, esperé un tiempo, pero, nadie aparecía.

Me estaba cansando y tenía frío, al igual que el niño. Por lo que, haciendo cuentas en mi mente, un valor libre aparece y por ello, caminó unas pocas calles para comprarle ropa al pequeño que tiembla sobre mi pecho. 

— ¿Qué talla es su hijo? — pregunta la vendedora con profesionalismo.

— Oh no, él no es mi hijo, pero… — digo intentando aclarar la confusión, pero, el pequeño me observa como si lo hubiese lastimado. — No sé, ¿puede ayudarme con la talla? — pregunto sintiéndome incómoda porque nunca había estado en una situación así. 

— Claro, creo saber cuál es su talla. Sígame, por favor a esta sección — dice la mujer y yo intento bajar al pequeño por miedo a caerme por lo mojado que estamos, pero, él se aferra a mi cuello. 

— Cariño, necesitas bajarte para escoger tu ropa, ¿no quieres escoger tu propia ropa? — pregunto y el pequeño niega.

Comprendiendo que no quiere alejarse de mí, escojo ropa abrigadora que seguramente va a dejarme sin comer bien por lo menos una semana. Pero, la elección me hace feliz al ver como el pequeño que temblaba, ya deja de hacerlo.

Afuera, sigue lloviendo y por ello, le coloco el impermeable encima de su ropa nueva. Pero, él niega quitándosela al punto de desorganizar su cabello.

— Debemos ir a una estación de policía para buscar a tu familia, como aún está lloviendo, lo mejor es que uses el impermeable.

— Mamá no me abandones. Seré buen niño — dice el pequeño sorprendiéndome 

¿Cómo me su madre? ¿En qué momento me convertí en madre de este niño desconocido?

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