Me detuve frente al North B., sentado en el asiento del pasajero del Maserati, en la vacante escrita como CEO.
- Oye, descalificado, trabajo en la empresa de fachada. – señalé irónicamente.
- Te gusta burlarte de mí, ¿no? Me miró y pasó su mano dentro de mi vestido, dándose cuenta de que no estaba usando ropa interior. - Tú... No vas a trabajar sin bragas, ¿verdad?
- Devuélveme el mío y te lo pongo, pervertido robabragas. – Provoqué.
- No... Esto es mío y no lo devolveré. Lo usaré en tu ausencia... Créeme.
Abrí la puerta y salí del auto:
- Así que voy a trabajar con Sebastian Perrone, sin bragas. – parpadeé.
Bajó tan rápido que ya estaba frente a mí:
- De ninguna manera.
- ¿Qué quieres que haga, Héctor? Voy tarde. Nadie notará que no llevo bragas, no te preocupes.
- Está bien, ve y le pediré a Anon que te entregue un par de bragas.
- ¿Anónimo? Arqueé una ceja.
- Haré que lo compre inmediatamente.
- ¿Me juras que vas a perder el tiempo preocupándote por mis jodidas bragas?
- Jurar. Ser