- Piensa en el lado positivo, Bárbara. Si no tuviera tus joyas, tendría que venderlas para pagar la cuenta ahora. Es decir, de una forma u otra, se habría deshecho de ellos para salir de uno de sus apuros.
- ¿Piensas en devolvérmelos algún día? Volví la cabeza hacia él.
- Sí... Lo mismo que piensas sobre devolverme mi blazer. – dijo serio.
Volví la cabeza de nuevo, mirando al techo. Sentí que mi corazón se aceleraba. Bien, vendí su chaqueta. Entonces nunca volvería a ver las joyas de mi madre. A menos que... volviera a comprar la chaqueta. O tal vez le di la ropa que vestía, lo cual hice con el dinero. Había sido la noche en el Hazard.
- Te devolveré la chaqueta. Dije, sin mirarlo.
- ¿Cómo lo harías tú?
- Entregando en tus manos. ¿De verdad crees que tomaría algo que no me pertenece?
- No creo que lo haría. Tal vez... ¿Vender?
- ¿Eso es lo que piensa de mí, señor Casanova? - Fingí estar molesto.
- La chaqueta está conmigo, Bárbara.
Volví a sentarme, confundido y atónito:
- No puede...