- Primero te dirigiré a una habitación. Allí se quedará hasta que llegue el Ginecólogo y la atienda. Creo que cuando se entere de que es el señor Casanova quien está ordenando, vendrá en unos minutos. Puedes arreglar todo rápidamente, ¿no? le preguntó al otro médico.
- Ya te avisé en el teléfono de emergencia, por mensaje de texto. – respondió el otro.
- ¿Estoy muriendo? pregunté, sintiendo un nudo en la garganta mientras escuchaba su conversación.
- No. – Hablaba en serio. - Pero hará todas las pruebas necesarias y solo será liberado cuando crea que todo está realmente bien contigo.
- No puedo quedarme aquí... yo...
"No tengo dinero para pagar, muchachos". Pero, ¿cómo decirles esto?
La enfermera me trajo la silla de ruedas.
- Siéntese, señora, por favor. - Trató de ayudarme.
Le quité las manos. Estaba bien. No necesitaba ayuda. Fue solo un calambre, del tipo que solo desaparece con muchos analgésicos y bolsas de agua caliente y Ben y Salma. ¿Dónde estaban mis amigos? Pensé que me est