- ¿Todo bien? - El me miró.
Um... ¿Puedes unirte a mí, por favor? Estoy completamente derretido.
Confirmé con un movimiento de cabeza.
- ¿Yo puedo entrar?
No, por supuesto que no, te descalificaron. ¿Recuerdas que terminamos nuestra relación rota incluso antes de que comenzara?
Salí de la puerta, permitiéndole pasar. Porque mi cuerpo y mi mente realmente no encajaban con su presencia.
Cerré la puerta y él se quedó con las manos en los bolsillos, mirándome.
"Yo…" comenzó.
- ¿Quieres sentarte? pregunté, mi voz débil, mi corazón latía demasiado rápido y mis piernas temblaban.
- No... Estoy bien así. Vine a disculparme.
Arqueé una ceja, sin entender. Hubo tantas disculpas de él que ya ni sabía a qué se refería.
No podía apartar mis ojos de los suyos, sin importar cuánto lo intentara.
- ¿Por lo que?
- Perron. Yo... no sabía que cerraría las puertas. Pero... prometo que puedo hacer cualquier cosa para ayudar. - Parecía preocupado.
- Héctor, yo... no creo que haya nada que hacer.
- ¿Y estás