- Vamos, discúlpate. – ordenó Héctor.
- Lo siento... Bárbara. – Dijo el hombre, casi sin voz.
- Fuerte... Ella necesita escuchar. – dijo Sebastián.
- Lo siento, Bárbara. - Repitió, pero no creo que su voz saliera más fuerte que eso.
- Devuélvele el dinero. – habló Héctor con los dientes apretados. - ¡Ahora!
- Suéltame... Y te lo devolveré... No sé cuánto... Pero tengo... Te lo devolveré.
- Puede que ni siquiera lo recuerde. ¿Cuántas mujeres debe haber robado ya este descalificado?
Una persona estaba grabando y al ver que lo observaban, comenzó a caminar rápidamente.
- Toma el celular, Anon... Rompelo y luego paga el daño. – ordenó Héctor.
- Sí señor.
Anon fue tras el hombre, que salió corriendo con su teléfono celular todavía en la mano.
- No necesitas eso, Héctor. - Yo hablé.
- Si no hago exactamente eso, mañana Sebastian y yo saldremos en todas las noticias como matones de un buen acompañante masculino, que no hizo más que intentar cenar tranquilos en un restaurante.
"No tienes que