Maserati... ¡Ay, Maserati !
Caminé despacio hasta el estacionamiento del maldito, pervertido, sinvergüenza, descalificado.
- Hola... - le dije al guardia de seguridad que estaba cerca, atento a todo.
- Pues no. ¿Puedo ayudarla?
- Si puedes. Está este... Creo que su nombre es Anon. ¿Conoces a alguien con este nombre?
- Sí. Me miró fijamente, enderezándose cuando mencioné el nombre del guardia de seguridad de Casanova.
- Pidió avisarte que necesita que subas al piso 21 de inmediato. Parece que unas chicas desnudas han invadido la habitación del señor Casanova.
- ¡Dios mio! - el se escapo.
- Hola, Maserati. Ahora somos tú y yo. Y sé que a su dueño poco le importa nada... Excepto tú. Debe ser su pequeño bebé ... Igual que sería el mío, si lo tuviera. Así que perdóname por lo que voy a hacer. No es nada personal, lo juro.
Tomé la llave del departamento y comencé por la puerta trasera, rascando fuerte, quitando la pintura, hasta llegar al final de la puerta principal. Cuando terminé, admiré