58. De camino al palacio
—Lo lamento, mi señor —interrumpió Altivir con falsa cortesía—. Le falta algo de práctica.
Cassandra se apresuró a arrastrar a Serena fuera del salón.
—¿Dónde la compró? —preguntó Marcus, aún en shock.
—Fue una adquisición de mi ama de llaves en la Plaza Roja. Es una joya, ¿cierto?
—Cierto... —respondió Marcus, atando cabos—. La compraré.
—¿Mi señor...? —Altivir palideció. Serena era su posesión más preciada. La obsesión le impedía siquiera imaginar verla en manos de otro, aunque fuera el Rey.
—¿Cuánto oro quiere? —preguntó Marcus sin rodeos.
—Lo siento, pero no tengo intención de venderla.
Marcus lo fulminó con la mirada.
—El Rey Karim ha solicitado a esa esclava. Me la llevaré de una forma u otra. Mis hombres están afuera, si desea hacerlo difícil.
Altivir dudó. No estaba preparado para enfrentarse ni a Marcus ni a los soldados reales, pero su obsesión con Serena no le permitía ceder con facilidad.
—Le aseguro que cualquiera de nuestras chicas podría satisfacer al Rey...
—Pero él la