58.
—¿Esa sombra? —preguntó Marcus.
—Era el Coloso en su forma energética. Yo puedo invocar a criaturas míticas, pero solo si ellas desean ayudarme.
—¿Siempre tuviste ese poder? —preguntó Karim, aún sorprendido.
—No siempre. Fue algo que aprendí con el tiempo, y se ha convertido en mi especialidad.
—¿Y qué pasó con ellos? —insistió Marcus.
—Fueron enviados al infierno, en cuerpo y alma. Nunca podrán regresar al plano terrenal. Serán prisioneros del Coloso por toda la eternidad, hasta que la energía de sus almas se disuelva en el cosmos.
—¿Eso es cierto? —preguntó Karim, incrédulo.
—No lo sé. Es lo que dicen las leyendas.
Los tres regresaron al castillo, solo para encontrar que los soldados lo habían tomado y estaban a la espera de su nuevo rey. Fue entonces cuando Karim comprendió que la conspiración iba más allá del consejo. Sus propios hombres ya no lo reconocían.
Al ver a Karim con vida y acompañado por sus aliados, los soldados decidieron atacar.
—Encárgate de ellos. No quiero a ningun