40.
Serena sonrió emocionada. Sentía por fin que era libre.
—Entonces, ¿puedo salir de paseo?
—Claro —respondió André con una sonrisa.
—¿Y puedo tener un trabajo? ¿Y una casa? ¿Puedo volver a la academia? —Cada pregunta la hacía con más entusiasmo que la anterior.
—Puedes hacer todo lo que desees. Solo quiero pedirte algo.
—¿Qué es? —preguntó, atenta.
—Mantén cerca a Héctor y a Matías. Les he pedido que te protejan, y con la situación actual, prefiero que estés segura siempre.
En ese momento, Serena tuvo lo que creyó que era una idea maravillosa.
—¿Y puedo tener un guardia personal?
André sonrió con ternura al ver la emoción en su rostro.
—Claro, aunque si me preguntas, no hay nadie mejor que Matías.
—¿Y… puede ser Oliver?
La pregunta lo tomó por sorpresa. Aún no se había confirmado que Oliver fuera completamente confiable.
—Escucha —respondió con seriedad—, antes de que Oliver pueda salir de la villa, deberá pasar varias pruebas que el Rey establecerá. Solo así podremos confiar plenamente