39.
Aunque la idea no era de su total agrado, no podía correr el riesgo de que Oliver perdiera el control nuevamente.
En la habitación, Arturo curaba a Oliver con la ayuda de Héctor. Sorprendentemente, su recuperación fue rápida, incluso para los estándares de Arturo. En poco tiempo, su cuerpo estuvo fuera de peligro, pero él no despertó.
Esa noche, Serena no se apartó de su lado. Se negó a dormir o a regresar a la casa de Héctor, a pesar de que insistieron. Pero ya no era la niña tímida y sumisa que habían rescatado meses atrás. Su fuerza ahora estaba concentrada en que Oliver sanara. El mundo podía desplomarse, pero ella lo protegería, aunque su cuerpo se quebrara en el intento.
Su devoción por su hermano era lo que la había mantenido viva y esperanzada durante años. Lo mismo ocurría con Oliver. Durante quince años, solo se tuvieron el uno al otro para sobrellevar el dolor, creando entre ambos un vínculo inquebrantable.
*****
Esa misma noche, el Rey regresó al castillo. André lo acompaña