Ni siquiera tuve tiempo de hablar cuando Colin la estrelló contra una de las paredes y la tomó del cuello con una sola mano. La apretó tan fuerte, con toda la intención de acabarla allí mismo y devolver todas esas palabras que acababa de soltar.
—C-Colin... por favor, tu hijo...
Pero ni siquiera eso le importó. Incluso la tomó con ambas manos y las cerró con fuerza sobre su cuello. La cara de Lili se puso roja de inmediato, y con cada segundo, adquiría un tono casi morado. Buscaba desesperadamente liberarse del agarre del hombre, pero era imposible, Colin se había encarnizado en ella y no era para menos.
—Te he dejado pasar mucho, pero has pasado mi límite, maldita perra. Nadie te dio el maldito derecho de hablar de mi hijo — la apretó aún más fuerte, las venas de sus manos incluso se marcaron mucho más.
—P-por favor...
—¡Que te calles, maldita sea! ¡Cállate, me tienes arto con tu maldito espectáculo de mierda! — la golpeó contra la pared sin dejar ir su cuello—. Una perra como tú mer