Pasé la noche más errante de mi vida, donde perdí lo que me hacía pura. Solo pura de cuerpo, porque mi alma está llena de dolor y resentimiento. No estaba pura en este sentido; cargaba conmigo todo el sufrimiento que una persona puede soportar: traición, confusión, verdades no deseadas. Todo estaba estancado en una sola fila. Sin embargo, al estar a su lado, logré dejar que todo se marchara. Me sentí segura. Olvidé si estaba resentida por las cosas que me han hecho. Muchas veces me pregunté si debería dejar todo y seguir mi camino. Pero me doy cuenta de que, aunque uno quiera dejar ir muchas cosas, otros están indispuestos a dejarnos marchar. En todo plano, frustramos sus planes.
Mi noche fue maravillosa. Escuché un silbido a lo lejos y abrí los ojos lentamente para toparme con la luz del sol que brillaba a través de la ventana. Las cortinas flotaban y una cálida brisa del sur fluía en la habitación. Le sonreí al día, pero el tintineo de mi celular me sacó de mis pensamientos.
No esper