Antonella—¿Me llevas cargada? —Alzo mis brazos.—¡Cielo, pesas por tres! ¿Estás loca?Hago un puchero.—¡Estoy gorda por tu culpa, infierno! Tengo una enorme panza y peso cien kilos.Se burla de mí.—Cielo, no seas exagerada, sabes muy bien que no pesas cien kilos. Además, recuerda que llevas tres bebés. —Acaricio mi panza.—No exagero, siento que peso eso. A veces me cuesta caminar. Mi barriga pesa y por las noches me asfixia —paso, por un lado, de Damián. ¿Me llevas a comer hamburguesas?Abre la boca cuando le pregunto si me lleva a comer hamburguesas.—Y luego te quejas de estar pesada.—Quiero hamburguesas.Damián niega. —Cielo, no, harás que vomite. Oh, nena, me revolviste el estómago de tan solo imaginarme una hamburguesa. —Hace un gesto de asco.Desde que cumplí el mes de embarazo, Damián es quien ha presenciado mis malestares de embarazo. A mí se me antoja, y él vomita.—Además, no puedes comer mucho. Te recuerdo que la semana que viene llegarán nuestros bebés.Sonrío emocio
“Daniela Lancaster”—¡No, Daniela, no lo puedo entender de ninguna manera! —No tengo nada que decir, le he roto el corazón a Alan y no sé cómo enmendarlo. Decirle que mi respuesta fue un acto de mi propio impulso, no cambiará nada; está completamente enojado y con justa razón. Lo rechacé en la propuesta de matrimonio.—Alan, lo siento, yo… déjame aclararte todo, explicarte por qué soy como soy. No eres tú, bebé, soy yo…—No me interesa escuchar ninguna aclaración de tu parte, Daniela. Ustedes los Lancaster son tan complicados en el amor y en todo. Hoy he comprendido que he amado a la mujer incorrecta por dos años. Cuánta perdida de tiempo y de sentimientos en ti. —Alan se va.Sus palabras me han quebrado; sin embargo, no sé comparan en nada con lo que yo le he hecho, y ahora me siento como la peor basura de este mundo.Lo rechacé como estúpida, y lo peor es que lo hice en frente de su familia y la mía.…Han pasado tres semanas desde aquel día y no he vuelto a ver a Alan. Lo último qu
Alan CasteloTiro contra el suelo la botella de agua al recordar como ella se negó a casarse conmigo cuando yo estaba muy ilusionado de que era la correcta para llevar al altar y con quién formar una familia.Es que no sé cómo pude tan siquiera pensar que, Daniela era la mujer indicada cuando ella desde el comienzo me dejó claro que lo de nosotros no era más que un juego de placer. Yo fui el único idiota que vio esperanzas de algo más bonito y real, y en ocasiones me dio a entender que si podíamos ser, pero luego… acabó con mi ilusión en cuestiones de segundos.Jamás me amó, de eso no queda duda. Me aferré a lo que sentía por ella que no me importó el hecho de que no me amara cuando yo si, debí ser yo quien pusiera un punto y final a la relación el día en que le dije que la amaba y ella me respondió con un gracias. Aquel día debió terminar todo, y aún así preferí pensar que ella era la correcta.Nadie me había pisoteado el corazón tan injustamente como lo hizo Daniela. Ella hizo c
Daniela LancasterRegreso a la casa de mi hermano por la noche después de haber ido a hablar con Alan para intentar remediar el daño que ocasioné, pero como era de esperarse, él me rechazó e incluso me echó de su apartamento.Puede que eso era lo que yo merecía, era difícil pretender que llegaría allá a pedir perdón y él me aceptaría. Ni siquiera sé en qué estaba pensando cuando decidí que ir era lo más correcto. Lo único que hice fue irrumpir la poca tranquilidad que Alan tenía.Qué desesperación tan cruel en la que me siento, no quiero seguir tomando decisiones equivocadas o que puedan seguir hiriendo a Alan. Quiero recuperar a mi osito de melocotón, desde que no estamos juntos todo en mí ha comenzado a ser insípido, finjo sonrisas ante los demás cuando no quiero reír, finjo estar bien y todos se dan cuenta de que no es cierto, mi apariencia física es un completo desastre.Debo encontrar la manera de recuperar a mi querido bombón, y por dos grandes motivos, el primero porque extraño
Daniela Lancaster —Buenos días, hermano obstinado. —Saludo al Príncipe con un abrazo fuerte.—Hoy estás muy cariñosa, eso no debe ser buena señal. —Dice el muy desgraciado.—¿Quién te entiende? Si estoy triste es porque estoy triste, si estoy feliz es porque estoy feliz. ¿No puedo estar feliz? —Inquiero al sentarme en la silla para desayunar.—¿No estabas por cortarte las venas ayer? —Achico mis ojos.—Eres tan insensible, Damián. Estoy feliz porque por primera vez en mi vida he tomado la mejor decisión. —Digo, él saluda a la princesa quién llega a nuestro lado.—¿Qué te parece, cielo? Daniela hoy está feliz. ¿Sabes el motivo? —La ayuda a tomar asiento.—Aceptó sus sentimientos por Alan. —Me mira el señor Lancaster. Luego limpia con la servilleta sus labios y por último niega.—Me voy a ahorrar mi opinión para no romper corazones.—¿Cómo debería interpretar eso, hermano? —Damián mastica su desayuno con calma, tomándose su tiempo para hablar.Si me arruina la mañana, juro qu
Antonella—¡No! —gritan mi padre y mis hermanos ante la propuesta de este hombre.Su nombre es Damián Lancaster, un ser engreído y prepotente. Él cree que por tener millones en su cuenta bancaria puede venir a mi casa a proponernos un contrato como ese. Podrá estar muy buenmozo, muy apetitoso y todo. Podrá ser el hombre más anhelado por las mujeres de la ciudad y el hombre con quien muchas fantasean, pero para mí es solo un idiota oportunista que se aprovecha de la situación que tiene mi familia. Para mí, es mi peor pesadilla.—Jamás dejaremos que eso pase. ¡Estás loco, Damián! ¡Te creí mi amigo! —brama mi hermano Renzo, enfadado, al borde de querer golpearlo.—¿Entonces prefieren dejar que la empresa se vaya a la quiebra?No aparta su vista de mí.Todos aquí estamos en shock, más que todo yo, que soy la más afectada, porque seré yo ese sacrificio humano. A pesar de que mis hermanos y padres se opongan, soy la presa que él quiere cazar.—Sí, preferimos eso. Preferiremos perder la casa
Antonella Hoy es mi tercer mes de casada, ¿y qué les puedo decir? Es… maravillosamente fatal. Ese hombre no es nada romántico, amoroso, detallista ni tierno. En pocas palabras, no tiene sentimientos. Es horrible vivir así con un sujeto que no se quiere ni así mismo. Él pretende que yo me enamore, pero ¿de verdad cree que lo haré con su forma tan bastarda de ser? ¡Eso es imposible! No podría enamorarme de alguien que ni siquiera intenta hacer algo para demostrar afecto. Lo peor de todo es que intenta llevarme a la cama. ¡Ni loca, ni borracha y ni que esté bajo los efectos de las drogadas o a punto de morir lo haré con él! ¿Por qué? Simple: ¡su pene es inmenso! Estoy traumada. Esa cosa es tan grande que podría acabar con mi vida. ¡Oh, por Dios! La primera vez que lo vi casi me infarté. Me dio hasta taquicardia. La tensión me bajaba y me subía de la impresión. Salí corriendo de la habitación y me encerré en otra, traumada, porque, para completar, compartimos la misma. Aunque le supliqué
AntonellaNo nos dirigimos más la palabra durante el camino. Llegamos a su gran imperio y bajamos del auto. Al entrar a la empresa, todos se me quedan observando con envidia, en especial las mujeres, que muestran su gran odio hacia mi persona por creer que he sido la suertuda que se casó con el millonario. Ja, si supieran la verdad de este matrimonio, aunque me divierte llegar aquí y sentirme empoderada y sobresaliente. Me gusta mirar las caras de envidias de esas pobres mujeres que sueñan con tener a Damián en su cama.«¡Zorras, es mío! Aunque no lo quiera ni me lo goce, es mío». Al llegar a su piso, entramos a su oficina, lugar donde me deja para ir a buscar unos documentos, no sé dónde y que tampoco me interesan. Al cabo de media hora y de tanta espera, y ya obstinada de que no aparezca, salgo en busca de él. Mientras estoy caminando por los pasillos, escucho ruidos provenientes de una oficina. Al entrar, me llevo una grata sorpresa, que me deja con la boca abierta. «¡Pero miren