Blake apretó el puño con fuerza, hasta que los nudillos quedaron blancos. No quería admitirlo, pero se estaba muriendo de celos al ver como Maddie le sonreía a Patrick. No era esa sonrisa coqueta ni llamativa que él tan bien conocía, no; era una sonrisa totalmente diferente. Era afable, tranquila y dulce; algo que él desconocía totalmente. Ya no estaba tan seguro de que haberle dicho la verdad sobre quien la rescató, había sido una buena idea.
A pesar de estar muy débil y sentirse enferma Maddie no perdía esa chispa de picardía que poseía de manera innata. Y Blake se había convertido en su blanco desde que lo había conocido. Si había algo que le gustaba hacer, era hacerlo enojar, a pesar de que después recibiera una reprimenda de parte de él.
Y aunque la última vez, el castigo casi le había costado la vida, era evidente que no aprendía. Miró de soslayo a su esposo por un instante y pudo notar lo molesto que estaba por su trato con Patrick. Así que, como era costumbre en ella, subi