Madelaine se encontró en una encrucijada mientras recorría su habitación con la mirada, como si entre esas paredes pudiera encontrar una respuesta. Abajo, su tío y Grace, junto con su familia, ya la esperaban para emprender el viaje a Londres.
Suspiró profundamente, aferrando los papeles del divorcio con manos temblorosas. Nunca había tomado una decisión tan difícil ni dolorosa... ni siquiera cuando tuvo que aceptar casarse con Blake por obligación.
Los recuerdos felices junto a él, el amor inmenso que aún sentía—aunque dijera lo contrario—, la frenaban. No podía firmar. No podía alejarse de él para siempre.
Patrick le había dicho que la decisión de Blake era determinante, que no había vuelta atrás. Y mucho más —le remarcó el abogado—cuando David, había publicado todo aquello sobre él.
—Hay tantas cosas que me unen a él… y tantas que nos separan —susurró, absorta en su dilema—. Lo sigo amando. ¡Dios, lo amo con toda mi alma! No lo puedo evitar… Quisiera ir corriendo hacia él, d