Nueva York,  25 de mayo de 1930
 —¡Con permiso! —gritaba Grace, mientras se hacía espacio entre la multitud que esperaba a los pasajeros que bajaban del Aquitania—. Por favor, ¡déjenme pasar!, ¡con permiso!
 Mientras empujaba a la gente, pudo divisar a su amiga Maddie quien bajaba del trasatlántico con suma elegancia tomando el brazo de su esposo.
 —¡Maddie! —gritó, con desparpajo, elevando sus brazos y moviéndolos hacia ambos lados— Maddie, ¡soy yo, Grace!
 La otra joven giró su cabeza y sonrió al ver a la hermosa pelirroja que la saludaba de manera entusiasta. Blake, frunció el ceño al ver quien era.
 — Oh, Dios... pero ¿Qué hace esa mujer aquí? —musitó con disgusto—. ¿Acaso tú le dijiste? ...
 Blake no pudo terminar la oración, pues su joven esposa se soltó de su brazo y fue corriendo hacia su amiga, quien también corría hacia ella con los brazos abiertos, dejando al hombre totalmente desconcertado.
 — ¡Amiga! ¡Por fin has regresado! —le dijo, Grace dándole un gran abrazo a Maddie,