Capítulo 63. Para siempre
Al llegar a la habitación de la niña encontró a Elena caminando descalza de un lado a otro. Acunaba a la bebé entre sus brazos.
Su mujer llevaba puesto un vestido largo, de tela vaporosa y semitrasparente, por el que se le podía divisar una ropa interior oscura y las deliciosas curvas de su cuerpo generoso y exuberante.
Como él la había imaginado, ella llevaba su extensa cabellera suelta y despeinada, meciéndose sobre su espalda al compás de sus pasos hasta tocarle la cintura.
No pudo evitar repasarla de pies a cabeza, con hambre, mientras su deseo bullía en su interior.
Al girarse hacia él, Elena apretó el entrecejo.
—¿No ibas a llegar en pocos minutos? —se quejó, sin dejar de zarandear a la bebé para que parara el llanto.
Iván dibujó una sonrisa torcida en su rostro, como la de un niño pícaro a quien le habían descubierto la mentira.
—Tuve un inconveniente, amor.
La mujer lo vio de arriba abajo con desaprobación.
—¿Por qué estás cubierto de harina, y tan sucio?
Él caminó hacia una m