Capítulo 32. Mala jugada

—Señorita Norato, es un placer recibir tan exquisita visita.

Ariana sonrió ante la mirada sádica de Roberto Lobato, un hombre alto, corpulento y con una barba descuidada que lo hacía parecer un sucio pirata.

Pero a pesar de la apariencia de su rostro, el sujeto siempre estaba muy bien vestido, portaba trajes costosos, brillantes cadenas y anillos de oro con piedras preciosas incrustadas. Era un hombre rico y poderoso y le fascinaba mostrarlo con sus pertenencias.

Con mano callosa él tomó el delicado brazo de Ariana y lo giró para besarle con seducción la parte interna de la muñeca. Ariana sintió repulsión por lo que iba a hacer, pero lo disimuló con su bien ensayada sonrisa.

—¿Por qué razón fui bendecido con su presencia?

—Vengo enviada por Jacinto Castañeda, para reafirmar la amistad y el compromiso que estableció con usted.

Roberto sonrió, ya Jacinto se había comunicado con él y le adelantó parte de la intención de Ariana. La miró con lujuria y caminó a su alrededor para evaluar con
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