Capítulo 33. Ese soy yo

—¿A dónde vamos?

Iván y Elena se encontraban en el Camaro rumbo a San Mateo, una ciudad ubicada a veintidós kilómetros de Maracay.

—Un desvió. Lobato está dispuesto a llevarte como sea y yo a protegerte como sea. Necesito el armamento indicado.

—¿Comprarás armas? —le preguntó sorprendida.

—No. Voy a surtirme con un amigo.

Elena lo observó intrigada. Ansiaba conocer todo la historia que lo rodeaba.

—Eres un asesino a sueldo, ¿cierto?

Iván mostró una media sonrisa exenta de satisfacción.

—Soy una especie de mensajero —confesó.

—¿Mensajero?

—Sí, de esos que llevan advertencias y amenazas haciendo uso de cierta… rudeza.

—¡¿Eres un torturador?!

Los ojos de Elena volvieron a mostrar asombro. Iván la observó un instante con pesar.

—No torturo niños, mujeres o inocentes. A todos los que he agredido han sido asesinos, delincuentes o mal nacidos sin alma.

Ella no podía apartar su atención impactada de él.

—Eso explica tu actitud en la fábrica y esa loca manera de enfrentar un problema.

Él le di
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