Cael revisaba frenéticamente los documentos en su escritorio, asegurándose de que no olvidara nada importante. Contratos, pasaportes, identificaciones… cada papel parecía representar un fragmento de la vida que estaban dejando atrás. Su mente trabajaba a toda velocidad, calculando cada detalle del plan que debía ejecutar sin errores. Había ordenado que su jet privado estuviera listo en menos de una hora y, aunque todo estaba saliendo según lo planeado, el peso de la decisión lo aplastaba.
Mientras tanto, en el cuarto de Gael, Axara doblaba cuidadosamente su ropa y la guardaba en una maleta azul. Se movía con rapidez, pero su mente estaba distraída. La urgencia en los movimientos de Cael y la tensión en su mirada desde que salió del hospital no dejaban de inquietarla. Había algo más grande sucediendo, algo que él no estaba dispuesto a contarle del todo.
—Amor, ya hice las maletas —dijo Axara mientras entraba al cuarto principal, donde Cael terminaba de organizar sus pertenencias.
Él es