Axara Milano jamás imaginó que la vida le exigiría tanta valentía. A los 25 años, ha tenido que sobrevivir a la traición de su propia sangre, la ambición desmedida de una tía que la dejó sin nada tras la muerte de sus padres. Aunque intenta salir adelante con su talento para la pintura, las puertas parecen cerrarse una tras otra. Pero cuando el destino le ofrece una oportunidad, Axara no duda en arriesgarlo todo. Decidida a cambiar su suerte, falsifica un impresionante currículo y consigue un puesto en la empresa más prestigiosa de Europa. Lo que no esperaba era que su jefe sería Cael Van Der Wijk, el magnate más despiadado y temido del mundo empresarial. Con una mirada capaz de desarmar hasta al más valiente, Cael no tolera los errores y está dispuesto a aplastar a cualquiera que no cumpla sus estándares. Axara debe enfrentarse a sus propios miedos mientras oculta su engaño, atrapada en un mundo donde cada paso en falso podría destruirla. Sin embargo, tras esa fachada cruel y autoritaria, Cael guarda secretos tan oscuros como los de Axara. En un juego de poder, mentiras y corazones vulnerables, ¿podrá Axara mantenerse a flote o su mentira será su sentencia? ¿Y qué pasará cuando descubra que la verdadera amenaza no es su jefe, sino lo que comienza a sentir por él?
Ler maisAxara Milano respiró hondo mientras observaba a las demás chicas en la sala de espera. Había llegado temprano esa mañana, y aunque intentaba proyectar una imagen tranquila, la tensión en el ambiente era palpable. Frente a ella, un grupo de jóvenes esperaban su turno para ser entrevistadas. Algunas jugaban nerviosamente con los papeles de sus carpetas, otras tamborileaban los dedos sobre las rodillas, y una que otra lanzaba miradas de superioridad como si estuviera segura de que ya había ganado el puesto.
Axara bajó la mirada hacia la carpeta que descansaba sobre sus muslos. En su interior, los documentos que había falsificado con tanta precisión parecían pesar más que de costumbre. Si descubren la mentira, será mi ruina, pensó, aunque no se permitió que el miedo la paralizara. Necesitaba ese trabajo. Era su única oportunidad de salir adelante. El sonido de la puerta abriéndose llamó su atención. Una joven de cabello castaño salió de la oficina. Su rostro estaba pálido, y sus ojos brillaban con lágrimas que luchaban por no caer. Caminó rápido, casi corriendo, y salió de la sala sin decir una palabra. -Es la tercera que sale llorando -comentó una joven sentada junto a Axara. Tenía cabello negro y recogido en una coleta alta, y sus ojos reflejaban una mezcla de curiosidad y temor. Miró a Axara buscando alguna respuesta, pero ella solo se encogió de hombros. -¿Por qué crees que salen así? -insistió la chica, esta vez dirigiéndose al grupo. Una rubia al otro lado de Axara soltó una carcajada ligera. Su maquillaje era perfecto, y su atuendo parecía hecho a medida para resaltar su figura. Cruzó las piernas con confianza antes de responder. -Seguro es porque se quedaron paralizadas al ver la belleza del señor Cael. Dicen que es irresistible -comentó con una sonrisa que rozaba lo soñador, como si en su mente ya lo hubiera conquistado. Axara la miró de reojo, su expresión impasible. No podía negar que había oído los rumores sobre el dueño de la empresa, Cael Van Der Wijk. Un magnate joven y atractivo, pero también conocido por su carácter despiadado. Era famoso por no tolerar errores y exigir perfección en cada aspecto de su vida personal y profesional. -¿Belleza? -repitió Axara en voz baja mientras rodeaba los ojos-. Prefiero no juzgar hasta verlo en persona. El murmullo en la sala de espera fue interrumpido cuando la puerta se abrió nuevamente. Esta vez, una mujer de mediana edad, con un traje gris impecable y el cabello recogido en un moño perfecto, salió con una carpeta en las manos. Escaneó la sala con la mirada antes de hablar. -Axara Milano. Axara sintió cómo el aire abandonaba sus pulmones por un breve instante, pero rápidamente se levantó. Sujetó su carpeta con firmeza, ajustó la chaqueta de su atuendo y se dirigió hacia la mujer. -Sí, soy yo. La mujer asintió, con un gesto tan frío como profesional, y le indicó que la siguiera. Axara caminó con paso firme, intentando ocultar los nervios que crecían con cada paso hacia la puerta de la oficina. Cuando la puerta se cerró detrás de ella, se encontró en una sala decorada con un lujo minimalista. Había una gran mesa de madera oscura al fondo, donde un hombre estaba sentado revisando unos papeles. A su lado, otros dos ejecutivos observaban atentos, como si estuvieran listos para juzgar cada palabra que saliera de su boca. Pero fue el hombre detrás del escritorio quien captó toda su atención. Cael Van Der Wijk. Era incluso más imponente de lo que había imaginado. Su cabello oscuro estaba perfectamente peinado hacia atrás, resaltando los ángulos afilados de su rostro. Vestía un traje negro impecable que parecía haber sido confeccionado directamente sobre su piel. Sus ojos, de un gris frío, se alzaron lentamente hacia ella, como si evaluaran cada detalle de su ser en cuestión de segundos. -Axara Milano, ¿verdad? -preguntó con voz grave, una voz que parecía no dejar espacio para la insubordinación. Axara asintió, apretando los dedos alrededor de su carpeta. -Sí, señor Van Der Wijk. Uno de los hombres a su lado tomó la palabra mientras Cael continuaba observándola en silencio. -Cuéntenos sobre usted, señorita Milano. Según su currículo, tiene una experiencia impresionante en diseño gráfico y una carrera destacada en arte.El avión volaba en la inmensidad del cielo nocturno, con un suave zumbido que parecía calmar todo lo que había sucedido en las últimas horas. Axara sostenía la mano de Cael con fuerza, como si ese simple contacto pudiera anclarla a la realidad. En el asiento junto a ellos, Gael dormía profundamente, ajeno a la turbulencia emocional de sus padres. Su pequeña cabeza reposaba contra la ventanilla, con una manta cubriéndolo hasta el cuello.Axara desvió la mirada hacia Cael, su rostro iluminado tenuemente por las luces tenues de la cabina. Su semblante estaba serio, casi distante, mientras observaba a su hijo.—¿Crees que él pueda adaptarse a un nuevo país? —preguntó Axara, rompiendo el silencio. Su voz era suave, cargada de preocupación—. Otra cultura, otro idioma... es mucho para él.Cael giró el rostro hacia ella, sus ojos reflejando una mezcla de cansancio y determinación.—Es la única manera que tengo de protegerlos —respondió, mirando brevemente a Gael antes de volver la vista al fr
Cael revisaba frenéticamente los documentos en su escritorio, asegurándose de que no olvidara nada importante. Contratos, pasaportes, identificaciones… cada papel parecía representar un fragmento de la vida que estaban dejando atrás. Su mente trabajaba a toda velocidad, calculando cada detalle del plan que debía ejecutar sin errores. Había ordenado que su jet privado estuviera listo en menos de una hora y, aunque todo estaba saliendo según lo planeado, el peso de la decisión lo aplastaba.Mientras tanto, en el cuarto de Gael, Axara doblaba cuidadosamente su ropa y la guardaba en una maleta azul. Se movía con rapidez, pero su mente estaba distraída. La urgencia en los movimientos de Cael y la tensión en su mirada desde que salió del hospital no dejaban de inquietarla. Había algo más grande sucediendo, algo que él no estaba dispuesto a contarle del todo.—Amor, ya hice las maletas —dijo Axara mientras entraba al cuarto principal, donde Cael terminaba de organizar sus pertenencias.Él es
Axara salió del taxi apresuradamente, ignorando el ruido del tráfico y el caos que rodeaba la entrada a la empresa. Su corazón latía con fuerza mientras observaba el panorama desolador: vidrios rotos, paredes ennegrecidas por el humo y una multitud de policías, paramédicos y curiosos que no dejaban de murmurar sobre lo ocurrido. Sentía un nudo en el estómago mientras sus ojos recorrían con desesperación cada ambulancia estacionada cerca.El aire era denso, mezclado con el olor a quemado y la tensión palpable que se respiraba en el ambiente. Axara, envuelta en una mezcla de ansiedad y miedo, no dejaba de preguntarse si Cael estaría bien.Finalmente, después de pasar junto a varias camillas y personal médico ocupado atendiendo a los heridos, lo vio. Estaba sentado en el borde de una ambulancia, con un paramédico revisándole las costillas. Su camisa estaba manchada y ligeramente rasgada, y aunque parecía físicamente bien, su expresión seria delataba que algo más profundo lo atormentaba.
El sonido de unos tacones apresurados resonó entre los escombros, rompiendo el inquietante silencio del pasillo. Cael, aún aturdido por la explosión, giró la cabeza hacia el origen del ruido. Entre la neblina de humo, una figura femenina emergió con prisa. Era una joven rubia, de rostro pálido y ojos decididos.—Señor Cael, soy Amanda. Le ayudaré a salir —dijo ella, extendiendo una mano firme hacia él.Cael la miró con incredulidad. No esperaba encontrar a nadie ahí, mucho menos a Amanda, la amiga de Axara. Sin embargo, la urgencia en su mirada lo hizo reaccionar. Apretó su mano, sintiendo la fuerza de su agarre mientras ella lo guiaba, colocando uno de sus brazos sobre su hombro para estabilizarlo.—Amanda... ¿qué ha pasado? ¿Dónde están todos? —preguntó con voz ronca, tosiendo ligeramente por el polvo que aún flotaba en el aire.—Los guardias evacuaron a todos a tiempo. Pero ellos no sabían que usted estaba aquí —respondió ella rápidamente, su tono reflejando tanto alivio como preoc
Cael miró la pantalla de su computadora una vez más, intentando enfocarse en los números y proyecciones que aparecían frente a él, pero su mente simplemente no lograba centrarse. Había demasiadas preguntas sin respuesta, demasiadas sombras alrededor de Laura, Axara y Derek. Se levantó bruscamente de su silla, ajustándose el reloj en la muñeca, y sacó su teléfono del bolsillo. Habían pasado días desde que le pidió a Kang que se encargara de Laura, pero no había hecho ningún seguimiento. El desconocimiento comenzaba a carcomerlo.Marcó el número de Kang, esperando con impaciencia mientras los tonos de llamada resonaban. Finalmente, la voz del hombre respondió al otro lado de la línea.—Señor Van Der Wijk, ¿necesita otro servicio? —preguntó Kang con su tono habitual, neutral pero con un dejo de alerta.Cael no perdió tiempo en formalidades.—Necesito que me digas qué hiciste con Laura —dijo de inmediato, su voz baja pero cargada de tensión—. Y, sobre todo, si dijo algo importante antes d
La puerta de la oficina de Cael se abrió con un ligero golpe mientras Carmen entraba con un fajo de informes impresos en las manos. Su andar era ágil, pero no apresurado, y su rostro mantenía la seriedad profesional que la caracterizaba. Había decidido imprimir los informes para facilitarle la lectura a su jefe, sabiendo que él prefería revisar los documentos en físico cuando los temas eran importantes.—Señor Van Der Wijk —dijo Carmen con voz firme, colocándolos cuidadosamente sobre el escritorio frente a él.Cael levantó la vista de la pantalla de su computadora y extendió la mano, tomando los documentos con un movimiento rápido y preciso. Revisó las primeras páginas en silencio, su ceño ligeramente fruncido mientras absorbía la información. Entonces, de forma inesperada, alzó la mirada hacia Carmen, sus ojos azules brillando con un destello inquisitivo.—¿Cuánto tiempo lleva Kevin trabajando para nosotros? —preguntó de pronto, dejando el informe de lado.La pregunta la tomó por sor
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