77 Heridos.

Al otro día Antonella entró a la habitación de Lorenna, la encontró en la cama acostada de medio lado, se veía muy deprimida mirando hacía la ventana.

—¿Cómo estás hija? —Lorenna con un tono de voz triste respondió:

—¿Cómo crees que estoy?

—Lo sé, solo quiero que hables conmigo, sabes que puedes desahogarte. —Su rostro se bañó en lágrimas.

—No quiero hablar, solo deseo poder dormir mucho y despertar cuando ya no sienta tanto dolor. —Antonella se sentó a un lado y le agarró la mano.

—Vas a superar esto, así como superaste a Juan Carlos.

—No mamá… Fabrizio duele más, mucho más, sé que nadie me entiende, pero siento que no podré seguir sin él.

—¿Piensas perdonarlo y regresar? —Lorenna negó con la cabeza.

—No, no podría confiar más en Fabrizio, nunca sabría cuando dice la verdad o cuando miente. Más tarde vendrá mi abogado, me dijo que la anulación no es posible por mi embarazo, me recomendó el divorcio por mutuo acuerdo.

—¿Crees que él lo va aceptar?

—Tendrá que hacerlo.

—Vámonos a Esp
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