4 La propuesta

6 Meses después.

Patricia era la prometida de Fabrizio, estaba muy emocionada con los preparativos de la boda. Esa tarde fue a probarse el vestido acompañada por su madre y sus hermanas. Salió del vestidor y con una gran sonrisa les preguntó:

—¿Cómo me veo?

—Te ves hermosa dijo su madre, ella volteó a mirarse en el espejo.

—Me veré deslumbrante el día de mi boda.

Macarena su hermana mayor levantó una ceja y le dijo:

—Espero que ese día en verdad llegue. —Su madre en mal tono agregó:

—¿Por qué tienes que hacer ese tipo de comentarios en este momento?

—Vamos mamá, Patricia y Fabrizio parecen perros con gusanos, cada pelea es más irreconciliable. —Patricia se enojó y frunció el ceño.

—¿Por qué tenías que mencionarlo?

—Sabes que Fabrizio no te merece, ¿te montó el cuerno cuántas veces? ya sé, tú eres la celopata, él es un hombre fiel pero tú ves cosas donde no las hay. 

—Basta —Dijo su madre—. Fabrizio eligió casarse con tu hermana, dejó a esa otra mujer porque no quiere perder a Patricia. 

Patricia decepcionada se fue al bastidor a cambiarse.

Macarena le dijo a su madre.

—Sabes que los hombres no cambian.

—Lo dirás por ese marido que tienes.

—Si. Lo digo por él, no quisiera que mi hermana se case con un hombre que es infiel. Además Patricia es una mujer muy celosa.

—Pero se quieren, ¿qué podemos hacer? Solo apoyar a tu hermana mientras intenta ser feliz con el hombre que ama.

Fabrizio llegó a la oficina De pronto el celular sonó, él encendió la pantalla y vio que era Francisco, entonces se sentó en su silla y contestó:

—Dime tío. —Él con una voz pausada le dijo: 

—A que no adivinas quién me llamó para pedirme una cita contigo.

—¿Quién? 

—La esposa de tu padre quiere que te reúnas con tus hermanos. —Fabrizio frunció la frente.

—¿Qué quiere esa bruja malvada? 

—No lo sé, Fabián y José Ernesto están aquí en la casa, y quieren que vengas ahora mismo.

—Diles que si vienen a joder o a intentar quitarme mi herencia…

—No es para eso, ellos necesitan un favor tuyo.

—¡¿Un favor?!

—Sí, creo que algo sucede en la fábrica de tu padre, a lo mejor ni tienen idea de cómo dirigirla. —Fabrizio sonrió con una expresión de maldad.

—¿Será eso?

—Estoy seguro que tiene que ver con la planta de chocolate de tu padre, pero no me dijeron más, desean decírtelo a ti directamente.

—Diles que estoy muy ocupado, que los recibiré en mi oficina a las dos de la tarde. 

—Si claro, muy ocupado.

—Hay que hacerlos esperar; y los recibo solo porque me mata la curiosidad, ojalá y lo estén pasando muy mal para reírme de ellos. 

—Yo quiero estar en esa reunión, también me mata la curiosidad.

En la tarde Fabrizio llegó a la oficina, vio a sus dos hermanos mayores sentados en la sala de espera. Los saludó en un tono seco.

—Buenas tardes. 

Ellos se pusieron de pie con inmediatez, se notó que estaban ansiosos. Él los miró con cierto desdén.

—Buenas tardes. —Dijo José Ernesto.

—¿Qué  es lo que desean hablar conmigo?

—José Ernesto le dijo:

—Le queremos proponer algo que nos beneficiará a todos.

—Bien, entonces vamos a mi oficina. —Francisco llegó en ese momento. Después que entraron a la oficina él los mandó a sentarse, el desagrado que sentía hacia ellos se hacía evidente en su lenguaje corporal. 

Ellos se sentaron en las sillas frente al escritorio, Francisco en el sofá a un lado de la oficina, y Fabrizio se sentó detrás de su escritorio y puso las manos sobre este con los dedos entrecruzados.

—Hablen. —Dijo con tosquedad, Fabián agregó:

—Sucede que nuestro padre está muerto y Andrés también.

—Si, están muertos y enterrados.

—Como ya debes saberlo, papá era el único que poseía la fórmula secreta de los mayas para preparar la receta de chocolates Supremo. Andrés era el siguiente heredero de la fórmula secreta. Pero está muerto, y ya no hay nadie que tenga la receta. Ya debes conocer que existe un pacto entre la familia Montalvan y la familia Murrié.

—Si claro, deben casarse unos con otros para que el chamán le dé la receta.

—No solo debemos casarnos unos con otros. Existen ciertos requisitos para conformar a la nueva pareja que heredará la fórmula secreta, entre estos debe haber un acto de cortejo y la formalización de un compromiso. Ambos deben ser solteros, no haber estado casados y demostrado amarse de verdad. Solo así el chamán les dará la receta con la cual la planta de chocolate más grande de Estados Unidos se mantiene a riel.

—Bueno, ¿y ustedes dos cruzaron medio océano para decirme esas tonterías? —José Ernesto miró al otro, después a Fabrizio y le dijo:

—No tenemos la receta… de la fórmula solo nos queda lo suficiente para dos trimestres, después de eso no tendremos la fórmula de Chocolates Murrié. 

Fabrizio los observó en silencio varios segundos, de pronto se carcajeó.

—¡O sea que antes de fin de año la fábrica de Chocolates Murrié se irá a la quiebra!

—Es por eso que necesitamos que nos ayudes.

—Si piensan que yo tengo su receta olvídenlo, no dependo de los mayas ni en nada de esas cosas místicas en las que creen ustedes; la fórmula que utilizo fue diseñada por un equipo científico, además mi chocolate es preparado por manos artesanas de los habitantes del pueblo donde tengo la planta, y si no me creen pueden probarlo y notaran la diferencia.

—Eso lo sabemos, el chamán jamás le daría la receta; solo la tenía papá, y la otra mitad la tiene mi mamá. Andrés era el heredero de la receta, pero como ya todos saben, murió el mismo día que nuestro padre. 

—Entonces ¿qué es lo que quieren? ¿Qué les diseñe una nueva fórmula?

—Tú eres el único descendiente de papá que cumple los requisitos para optar por la fórmula secreta.

—¿Qué me quieren decir con eso? —Fabián le dijo:

—Lo que intentamos decirte es que tú tienes la posibilidad de salvar Chocolates Murrié si se casa con Mariangel Montalvan y obtiene la receta. —Fabrizio espabiló cuando oyó aquello y se carcajeó.

—¡¿Me están pidiendo que me case con la bruja?! ¿Acaso se volvieron locos?

—No estamos locos —agregó José Ernesto—. Estamos desesperados. —La sonrisita que Fabrizio tenía cambió por una dura expresión.

—¿Qué les hace pensar que yo sacrificaría mi vida casándome con esa loca que siempre me ha mirado con menosprecio? —Ellos agacharon la cabeza, después Fabián agregó:

—Bueno, obtendrá muchas ganancias si lo hace. Para empezar sería el presidente de Chocolates Murrié, y se convertiría en el jefe de la familia. Además ganará el respeto de todos como de seguro debe haberlo deseado desde siempre. Usted será al fin un Murrié y nadie se atreverá a decir lo contrario. —Fabrizio le dio una palmada al escritorio.

—¡Mejor cállense! hablan puras tonterías; yo ya soy un Murrié desde que nací, ustedes son los que no lo han querido aceptar, y la verdad no me interesa que lo hagan.

—¿No le interesa convertirse el  presidente de la chocolatera más importante de Estados Unidos? Con una par de años que la dirija se convertirá en uno de los ejecutivos más cotizados del mundo del chocolate

—Eso de ser el presidente de la chocolatera de mi padre es muy tentador, no lo puedo negar; pero eso de casarme con la bruja me parece que es… ¡horripilante! En pocos meses me casaré con mi linda y dulce prometida, y no pienso cambiar de planes.

—Solo si se casa con ella podrá obtener la receta.

—Gracias pero no estoy interesado, si desean salvar la fábrica más les vale que muevan el culo y consigan una nueva fórmula. Ahora si me disculpan tengo muchas cosas por hacer, así que váyanse por donde vinieron.

—Piénselo. —Agregó Fabián—. Los beneficios que obtendrá serán mayores que el sacrificio. Además… Mariangel es una mujer muy hermosa, ella atrae la atención de todas las miradas. 

—Mariangel es una cualquiera; sería un total desperdicio casarse con esa mujer. Ahora salgan de mi oficina.

Francisco se puso de pie y acompañó al par de hombres hasta el ascensor, afuera les dijo:

—Hablaré con mi sobrino, no se preocupen, yo lo convenceré, Fabrizio le tiene mucha estima a la fábrica de su padre, estoy seguro que  no permitirá que la empresa se vaya a la quiebra.

José Ernesto le dijo:

—Recálcale que recibirá muchos beneficios, ya tienes mi número, esta noche nos hospedaremos en un hotel; ojalá y logre convencerlo de aquí a mañana.

—Cuenten con eso, conozco a mi sobrino y sé que accederá.

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