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Los señores no le creen al hombre, y por ende han comenzado a burlarse de él. —¡Ah, No me diga! —¿y quién se ha atrevido a darle una orden tan absurda y sin sentido?

— Su esposo, el señor Nataniel Kaffati, él mismo es quien ha girado esa orden. —Así es que por favor, se los pido de buenas maneras que se retiren de aquí, de lo contrario me veré en la obligación de usar la fuerza y créanme que eso no será nada bueno para ustedes. —les advirtió, pero ellos se niegan a retirarse.

— No, esto no puede estar pasando. Él es mi yerno y no me puede hacer eso. —Por favor llámale y dile que necesitamos entrar porque no tenemos a donde más ir.

Justo en ese momento le entró una llamada telefónica al guardia de seguridad, él sacó su celular y les comentó a los señores que es su jefe quien llama. El señor De León, intentó arrebatarle el celular, pero el grandulón fue más listo y no se lo permitió y de un culatazo con su arma lo mandó a volar lejos de él.

— Pon en altavoz la llamada. —ordenó Nataniel
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