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Por un momento la malvada Tamara se quedó con los ojos muy abiertos del asombro, pero luego notó una media sonrisa en los labios de Camila y supo entonces que se trata de una broma.

— Jajaja, ese es el mejor chiste que me hayan podido contar durante todo un año. —Ella sonrió tan fuerte que los oídos de los presentes chillaron.

— ¡Hija, ten calma! Si no es él, ¿Cómo sabe sobre ese asunto de que te pagaron? —Dijo su madre, pues por su experiencia habla.

— Pero mamá, este mendigo no lo sabría si no es por tu adorada hija que se lo ha contado.

— Nada de peros, ¿estás consiente de que has cometido un delito, verdad? —Le acusó el señor Nataniel.

— Lo siento, es que yo… yo no pensé que usted fuera ese hombre señor. —Por favor perdóneme. —La chica recordó que aquel muchacho que la contrató en el bar, le mencionó que su hermano sufre de una discapacidad física y que estaba a punto de morir.

— Quiero que me devuelvas ese dinero ahora mismo, de lo contrario te enviaré a la cárcel por fraude y e
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