Lorena no podía calmar su llanto por la desesperación, mientras, Miguel y Marc no sabían qué decirle para que la joven se tranquilizara.
—¡Ya, cállense!, ¡váyanse, no quiero verlos, sólo saben dañar las cosas! —gritó Lorena.
La joven se sentó a un bordillo de la cama mientras llevaba una mano a su pecho.
—¿Qué voy a hacer?, ¿qué voy a hacer? —se preguntaba entre sollozos.
Miguel salió de la habitación y Marc lo siguió.
—Miguel, ¿qué vas a hacer? —le preguntó.
—Voy a hablar con Cristian y le explicaré las cosas —respondió mientras bajaba las escaleras.
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Cristian estaba saliendo de la empresa vestido con su traje formal de empresario acompañado por su secretario y el gerente regional de la empresa.
El jov