De pie, frente a mi puerta está la persona que tuvo el poder de hacerme creer que no era buena. Él, con su desapego me hizo creer que no valía la pena intentar mis sueños y que lo mejor, era vivirlos a través de los suyos.
Estaba muy equivocado.
—No tenemos nada de qué hablar.
—Cara. Sé que me odias, lo entiendo—dice—Pero, necesito hablar contigo.
Sé que no sé ira y no quiero un escándalo.
Me hago a un lado y dejo pasar a Lucas.
No lo he visto en mucho tiempo y, lo último que escuche de él. Es que, estaba trabajando en un disco, pero al parecer tuvo que retrasarlo por una sobredosis.
Sí. Los excesos y problemas habían llevado a Lucas al alcohol y su carrera estaba en un gran bache.
Cierro la puerta y le hago un gesto hasta el salón. En silencio él camina y toma asiento. Yo me siento en otro.
Me observa un momento en silencio y una sonrisa suave aparece es sus labios.
—¿Quieres algo de beber? —pregunto por cortesía
—No. Está bien—suspira—Había escuchado la buena nueva—dice refiriéndose