CAPÍTULO 22.1

—Quiénnn… Tuviera la dicha que tiene el gallo… —canta mi abuela Gloria mientras se come con la mirada a Vladimir que está en el patio trasero con algunos de la familia haciendo reír

—Mamá. Por favor —la reprende mi padre frunciendo el ceño.

Esta solo pone los ojos en blanco y se acerca a donde tenemos cocinando la carne y costillas de res para el sancocho dominicano

—Ya estoy muy vieja para que me regañes—dice en voz baja y divertida— No es malo echar una mirada de vez en cuando a mi alrededor

—¿No piensas decirle nada? —me pregunta mi papá y niego mientras corto verduras para el sancocho

—La abuela sabe apreciar lo bueno de la vida— le guiño cómplice y esta asiente

—Muy bueno está el muchacho—dice asintiendo—El buen gusto lo sacaste de mi cielo. Eso no lo dudo— me rio

Miro por la ventana y veo a Vladimir de pie junto a la parrilla lleva unos pantalones cortos de color blanco, una camiseta azul oscuro y se veía muy cómodo mientras habla con mi primo Miguel que se encarga de asar la mo
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