Sinopsis: Sofía nunca imaginó que enamorarse de Fernando, un hombre mayor y dueño de un imperio empresarial, cambiaría su vida para siempre. Aunque los rumores la tildan de cazafortunas, su amor por él fue sincero. Ahora, viuda y hereda de una gran fortuna, todo parece estar en su contra. Especialmente cuando Alejandro, el hijo de Fernando, regresa decidido a destrozarla. En la lectura del testamento, ambos descubren que solo podrán heredar si cumplen una única condición: casarse entre ellos y mantenerse unidos durante un año. Sofía y Alejandro se odian a muerte, pero el destino y la voluntad de Fernando los obligan a convivir bajo el mismo techo. Él la acusa de haber sido la amante de su padre, mientras ella lucha por demostrar que su amor era verdadero. Entre insultos, miradas llenas de rencor y la creciente tensión que ambos intentan negar, ¿podrán sobrevivir un año de matrimonio? O peor aún, ¿descubrirán que el odio puede esconder sentimientos aún más poderosos?
Leer másCapítulo 1: La última voluntad
El aire está cargado de incienso y flores marchitas. Sofía apenas escucha las palabras del sacerdote. Todo a su alrededor parece lejano, como si el dolor la hubiera aislado en una burbuja de silencio. Fernando, su esposo, ha muerto, y ahora solo quedan los murmullos y las miradas cargadas de juicio de los asistentes. La joven viuda, la cazafortunas. "Ella solo lo quería por su dinero", piensan. Pero ellos no saben la verdad. No saben cómo se conocieron, ni cómo Fernando la rescató del vacío en el que estaba sumida. Hace dos años, Sofía era una joven de 24 años que apenas lograba sobrevivir en la ciudad. Trabajaba como camarera mientras intentaba abrirse camino como artista. En un evento benéfico al que fue para ganar algo de dinero extra, lo conoció. Fernando, con sus 60 años, irradiaba carisma y seguridad. La vio cuando nadie más lo hacía. "Pareces alguien que necesita una buena conversación y una copa de vino", le dijo esa primera noche, con una sonrisa cálida. Sofía lo recuerda con nitidez. Aquella fue la primera vez que sintió que alguien realmente la veía. Fernando no solo era rico, era un hombre lleno de sabiduría, ternura y comprensión. Lo que comenzó como una amistad se transformó en un amor que ella jamás había creído posible. Para él, la diferencia de edad nunca fue un obstáculo; para Sofía, él fue su refugio. Pero ahora, Fernando ha desaparecido para siempre, y todo lo que queda es el vacío. Sofía siente que el suelo bajo sus pies se tambalea, pero no puede permitirse mostrar debilidad. Está rodeada de tiburones, y ellos están esperando verla caer. —Lo siento mucho, querida —una voz melosa la saca de sus pensamientos. Clara, la hermana de Fernando, se le acerca con una expresión de falsa compasión—. Qué tragedia, tan joven y ya viuda... Me imagino que te costará adaptarte a la nueva situación. Sofía asiente sin decir palabra. Ya está acostumbrada a los comentarios envenenados de Clara, quien nunca aprobó su relación con Fernando. Para ella, Sofía siempre será la intrusa, la mujer que se casó con su hermano por el dinero. Lo que Sofía siente ahora es una mezcla de agotamiento y tristeza. No tiene fuerzas para enfrentar a la familia de Fernando y sus venenosas insinuaciones. La puerta principal se abre de repente, interrumpiendo el murmullo general. Todos se giran hacia la figura que acaba de entrar. Alejandro. Su sola presencia parece congelar el ambiente. Alto, de cabello oscuro y traje impecable, Alejandro es la viva imagen del desprecio. Su rostro, cincelado por una expresión de frialdad, la mira como si fuera la encarnación de todo lo que odia. Sofía siente un nudo en el estómago. Alejandro siempre ha sido así. Desde el primer momento en que lo conoció, la miró con desconfianza, como si estuviera convencido de que su único propósito era robarle a su padre. Cuando Fernando le contó que se casaría con ella, Alejandro lo tomó como una traición. Desde entonces, no ha perdido oportunidad de humillarla. Alejandro cruza la sala con pasos firmes, ignorando los murmullos que lo siguen. Cuando llega hasta Sofía, su mirada la atraviesa con desprecio. —Veo que no has perdido el tiempo —murmura, su voz cargada de veneno—. Finges estar destrozada, pero estoy seguro de que no puedes esperar para poner tus manos en la fortuna de mi padre. Sofía lo mira a los ojos, intentando mantener la calma. El dolor por la muerte de Fernando aún es demasiado reciente, pero no permitirá que Alejandro la destruya. —Yo amaba a tu padre —responde con firmeza, aunque su corazón late con fuerza—. Y nada de lo que digas cambiará eso. Alejandro suelta una carcajada amarga, su mirada recorriéndola de arriba a abajo con desprecio. —¿Amor? —se burla—. No tienes idea de lo que significa esa palabra. Todos sabemos por qué te casaste con él. Sofía aprieta los puños, luchando por no perder la compostura. Alejandro no entiende nada, y probablemente nunca lo hará. Está cegado por su resentimiento y su odio. Antes de que pueda responder, un hombre mayor y de aspecto severo, el abogado de la familia, se acerca a ellos. Su rostro es serio, y su tono, cortés pero implacable. —Es hora de proceder con la lectura del testamento. El ambiente en la sala se vuelve aún más tenso. Alejandro levanta una ceja, claramente impaciente. Sofía siente una punzada de ansiedad. No es el dinero lo que le preocupa, sino lo que vendrá después de la lectura. Algo en el aire le dice que las cosas están a punto de complicarse. Siguen al abogado hacia el despacho de Fernando, un espacio acogedor y lleno de recuerdos. Las estanterías están llenas de libros antiguos, y en el aire aún se percibe el aroma a tabaco que él tanto disfrutaba. El abogado se sienta tras el escritorio, ajusta sus gafas y comienza a leer el testamento con una voz lenta y pausada. —“A mi querida esposa, Sofía, le dejo la mitad de mis acciones en las empresas, así como la propiedad que compartimos en el campo…” Sofía apenas escucha. No le importan las acciones ni las propiedades. Todo lo que desea es que este día termine. Pero entonces, las siguientes palabras del abogado hacen que su corazón se detenga. —“… y a mi hijo, Alejandro, le dejo la otra mitad de mis acciones, así como la mansión de la familia. Sin embargo…” —el abogado hace una pausa, como si lo que está por decir fuera delicado—, “ambos herederos, Sofía y Alejandro, deberán contraer matrimonio entre ellos y mantener dicha unión durante un año. Si no lo hacen, perderán todos los derechos sobre mis bienes, los cuales serán destinados a organizaciones benéficas.” El silencio que sigue es ensordecedor. Sofía siente cómo el mundo a su alrededor se desvanece. ¿Casarse con Alejandro? El hombre que la odia, que la desprecia con cada fibra de su ser. No puede ser real. Gira lentamente hacia Alejandro, esperando ver incredulidad en su rostro. Pero lo único que encuentra es furia. —¿Esto es una broma? —dice Alejandro, su voz cargada de rabia contenida. El abogado niega con la cabeza, ajustándose las gafas. —Es la última voluntad de su padre —responde, imperturbable. Alejandro se levanta de golpe, sus ojos lanzando chispas de odio hacia Sofía. —Esto no va a pasar. Prefiero perderlo todo antes que casarme contigo. Sofía siente que el suelo se abre bajo sus pies. Fernando, en su última voluntad, ha decidido atarlos de la manera más cruel posible.Al llegar a casa, Alejandro se encierra en el despacho de su padre. La rabia que lleva dentro parece consumirlo, y Sofía lo nota. Tras un momento de duda, decide acercarse con una copa de su vino favorito, esperando que le ayude a calmarse. Toca suavemente la puerta y, después de un largo silencio, escucha su voz invitándola a entrar.Alejandro está de pie frente a la chimenea, mirando las llamas con el ceño fruncido, sus facciones endurecidas por la mezcla de frustración y nostalgia. Sofía se acerca despacio y le extiende la copa.—Pensé que esto podría ayudarte a despejar la mente —dice en voz baja, con una sonrisa tenue.Él la observa, sorprendido, pero toma la copa y bebe un sorbo sin apartar sus ojos de los de ella. El silencio entre ambos se siente tan denso como la tensión que ha ido creciendo entre ellos desde su boda. Sofía da un paso más cerca, sintiendo el calor del fuego reflejado en su piel y en los ojos oscuros de Alejandro, que parecen brillar con una intensidad inesper
Sofía se levanta a las 6 de la mañana, como todos los días desde que comenzó a trabajar en la empresa junto a Alejandro. Aunque lo ha intentado, no ha podido dormir en toda la noche. El beso entre su esposo y ella sigue rondando en su cabeza, impidiéndole conciliar el sueño.Ya no puede seguir negando lo que siente por Alejandro. Sin embargo, la culpa la consume. No puede haber dejado de amar a Fernando en tan solo dos meses desde su muerte. Se siente una miserable por siquiera pensar en ello.Después de darse una ducha y vestirse adecuadamente para ir a la oficina, baja a la cocina para desayunar. Allí se encuentra con Alejandro, sentado en la cabecera de la mesa, tomando solo un café, sus ojos fijos en su portátil, probablemente poniéndose al día con las noticias, como acostumbra antes de salir de casa.Con un silencio que parece ocupar toda la estancia, Sofía se acerca a la otra cabecera de la mesa, donde siempre se sienta, ya que nunca desayunan uno junto al otro. En ese instante,
Capítulo 21: Entre deseos y culpasLa semana ha sido larga y tediosa. Alejandro y Sofía siguen atrapados en la misma rutina, trabajando codo a codo en la empresa, pero una vez que cruzan el umbral de la casa, el silencio se convierte en su único lenguaje. Ya no hay peleas, ni discusiones cargadas de veneno, pero tampoco hay gestos de cercanía. El beso que compartieron ha quedado suspendido en el aire, como una nube que amenaza con desatar una tormenta en cualquier momento.Sofía se siente inquieta. La imagen de Mercedes Montalbán no deja de perseguirla, esa sensación de familiaridad que la atormenta, como si estuviera al borde de recordar algo importante. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, no logra darle un sentido. Y Alejandro… él parece más distante que nunca, inmerso en una investigación que lo frustra más de lo que le da respuestas. El nombre de su madre sigue siendo un misterio, y con cada día que pasa, la búsqueda se vuelve más agotadora.Esa noche, el ambiente en la casa está
Capítulo 20: Encuentros inesperados Las semanas han sido tensas pero productivas para Sofía y Alejandro. Aunque la relación entre ellos sigue marcada por silencios incómodos y miradas cargadas de sentimientos no resueltos, han encontrado una forma de trabajar juntos. Alejandro, a su manera, ha asumido el rol de mentor, explicándole a Sofía los detalles más técnicos del proyecto. A pesar de que ella no tiene conocimientos en arquitectura, ha aprendido rápido, admirando en silencio la dedicación y habilidad de Alejandro. Cada día que pasan trabajando codo a codo, Sofía se siente más atrapada entre el profesionalismo que requiere su rol en la empresa y los sentimientos contradictorios que Alejandro despierta en ella. Él, por su parte, se mantiene distante, como si el beso que compartieron semanas atrás fuera algo que nunca ocurrió. Finalmente, después de días interminables de trabajo, revisiones y ajustes, el proyecto está listo para ser presentado. Es el día del concurso, y Sofía s
Capítulo 19: Cambios invisiblesSofía camina por los pasillos de la empresa, intentando ordenar los pensamientos que la persiguen desde hace días. La imagen del segundo beso con Alejandro aún está grabada en su mente, y no puede evitar recordar el calor de sus labios sobre los suyos, la manera en que la sostuvo, vulnerable pero decidido. Fue tan inesperado, tan intenso, que la dejó desconcertada. Sin embargo, lo que más la ha confundido es lo que ha sucedido desde entonces. Alejandro, aunque sigue siendo distante, ya no muestra el mismo desprecio en sus ojos. Las peleas constantes han disminuido, y ahora, aunque solo se hablan por temas estrictamente laborales, ella siente que algo ha cambiado entre ellos."¿Qué está ocurriendo?", se pregunta una y otra vez, sin encontrar respuestas claras. A pesar de los muros que ha erigido para protegerse, Sofía no puede evitar replantearse lo que siente por Alejandro. El odio inicial, la frialdad con la que ambos se han tratado, comienza a desdibu
Capítulo 18: Lagrimas bajo las estrellasLa casa está sumida en un silencio casi opresivo cuando Alejandro y Sofía regresan. El día en la empresa había sido un desastre emocional para ambos. Apenas cruzan la puerta, Alejandro se dirige directamente a su despacho sin decir una palabra, su rostro es una máscara de frialdad y autocontrol. Sofía lo observa desaparecer tras la puerta, sintiendo el peso del día apretándole el pecho. No tenía sentido seguir intentando mantener una fachada de fortaleza. Todo en su interior se desmoronaba, aunque se había jurado no mostrárselo a nadie.Decide buscar algo de alivio en el jardín de Fernando, su único refugio en esa casa. Ese rincón apartado, con sus senderos de piedra y las flores que Fernando tanto amaba, es el único lugar donde Sofía siente que puede ser vulnerable, sin ser observada ni juzgada. Mientras camina entre las plantas que su difunto esposo había cuidado con tanto esmero, las palabras de Clara comienzan a repetirse en su mente: “Caza
Último capítulo